La noticia ha dado la vuelta a España. Un restaurante catalán cobró 25 céntimos a un cliente por una aspirina. Al comensal se le había levantado dolor de cabeza durante la comida y pidió el medicamento para aliviarlo. El malestar del afectado debió de aumentar en el momento en que pidió la cuenta. Y no por porque el total de la factura fuera excesivo, si no al ver que el cargo de la medicina estaba incluido en el recibo. El restaurante, al pretender sacarle partida económica al fármaco, cometió un acto ilegal. "Los medicamentos por ley no pueden estar en los bares para el uso del público. Está prohibida su reventa y, además, no se sabe ni dónde se compró ni en que condiciones está", explica Álvaro Domínguez-Gil, exfarmacéutico y Doctor en Farmacia.

Actualmente, el sistema español del medicamento es cerrado y las distribuidoras -controladas siempre por Sanidad- llevan los medicamentos directamente a los hospitales y las farmacias. Domínguez-Gil explica que esto se hace para dar "garantías" al ciudadano y califica los actos del restaurante catalán como "una desfachatez". El experto reconoce que se quedó "muy sorprendido" en el momento en el que recibió la noticia y explica que "jugar con cosas de salud es muy peligroso".

Sin embargo, José Antonio Campoviejo, del restaurante asturiano "El Corral del Indianu" de Arriondas, con una estrella Michelín, señala al respecto que le parece "un error por parte del establecimiento; una equivocación porque ahora está señalado por millones de personas". El cliente afectado al que se le cobró el medicamento denunció a través de Twitter lo que muchos consideran como un abuso. Al poco tiempo, la fotografía de la factura se propagó como la pólvora.

Esta metodología de denuncia cada vez está más extendida y ya son muchos los usuarios que la utilizan. "Jamás voy a pegarle un sablazo a un cliente, hay que querer muy poco a tu restaurante para hacerlo ahora que se propaga tan rápido", subraya Campoviejo.

Una de las denuncias de este tipo más sonadas ocurrió en un chiringuito playero de Formentera. La cuenta de la cena de una pareja ascendió, sorprendentemente, a 300 euros. Éste es tan sólo uno de muchos casos. Hay otros en los que los restaurantes llegan a cobrar siete euros por una caña o un suplemento de 30 céntimos por pedir la carne "muy hecha". Dacio Alonso, presidente de la Unión de Consumidores de España (UCE) en Asturias, explica que "los hosteleros pueden poner los precios que quieran, siempre que los publiquen". Y es que, a su juicio, la mayoría de los problemas son por falta de información al cliente.