Aguilar: finísima arena, atardecer entre rocas

Los últimos rayos de sol del día, y quién sabe si del verano, caen sobre la playa de Aguilar. Cientos de personas empiezan a abandonar el arenal murense, repleto horas atrás como todos los días del mes de agosto. "Es mi favorita de toda la vida", asegura Alfonso Vallaure, que aprovecha que la orilla está despejada de bañistas para dar unas patadas al balón junto a sus hijos. Entre toque y toque, este veraneante en El Pito, comenta que la de Aguilar es la playa que más le recuerda a todas que ha visitado por la costa mediterránea. "Es muy segura. Además tiene una arena espectacular y el agua clara", explica.

Entre Cudillero y Muros de Nalón, rodeada de masa boscosa, discurre la carretera que da acceso a esta playa caracterizada por el suave tacto de su arena y las rocas que salen al paso de la orilla. Más de 600 metros de longitud, que la bajamar permite disfrutar con mucha más comodidad, a los pies de unos pequeños acantilados.

"Llevo viniendo desde pequeño, y por suerte está igual que siempre", afirma José Esteban Fernández. Este praviano explica que hace 30 años comenzó a acudir a Aguilar con sus padres. Ahora, él lleva a sus propia familia. Acompañado por su mujer y dos hijas, destaca "la arena fina" entre todas las cualidades de la playa.

A los asturianos habituales de esta playa les acompañan turistas de varios puntos del mapa. Junto a las rocas de uno de los laterales de la playa, Eduardo Coll fotografía el atardecer que se refleja sobre las olas. "Me he enamorado de Asturias más aún de lo que ya estaba". Mientras contempla la playa, este barcelonés asegura que "está genial, es grande y para los niños es perfecta". Ante la comparación entre la costa de su región y la del Principado, el turista catalán lo tiene claro: "Lo más parecido de allí es la Costa Brava, pero aún siendo bonito prefiero mucho más la asturiana".

Si quienes pueden disfrutar de playas en sus lugares de origen se quedan impresionados, para quien viene del interior "es una pasada". El madrileño Ángel Martínez se dirige hacia el mar, a darse el último chapuzón del día. "Aunque está un poco fría, el agua es insuperable, al igual que la arena", relata. Acostumbrado a ir en su tiempo libre a la montaña, juega con el mismo entusiasmo de un niño mojando a su hijo con las olas que llegan a la orilla.

Peñarronda invita a practicar deporte y a jugar entre las rocas

Un día de verano es sinónimo de lleno hasta la bandera (azul) en Peñarronda. En una de las playas más concurridas del occidente asturiano, un elemento destaca a la vista sobre el resto: la roca que preside el centro de la playa, con forma de arco debido a la erosión causada por el agua a lo largo del tiempo, y a la cual se puede acceder caminando cuando baja la marea. Bajo el gran peñasco, una pareja de Luarca se fotografía sin parar. "Lo mejor de esta playa son las rocas, además hoy no hace viento", cuenta Antonio Pérez.

El agua cristalina preside esta playa de gran amplitud, que comparten los concejos de Tapia de Casariego y Castropol. La bajamar provoca que se creen muchos charcos junto a la zona de las rocas, donde tres hermanos juegan bajo la atenta mirada de su padre. Provenientes de Valladolid, se estrenan en esa parte del litoral del Principado. "Es muy grande y cuando volvamos a Asturias repetiremos en esta playa", afirma Toño Gómez. Muchas familias con niños acuden a Peñarronda. "Esta playa tiene de todo y a los pequeños les encanta", dice Miguel Herrero, que junto a su nieto Sergio, escarban entre las piedras en busca de algún pequeño molusco.

Debido a la cercanía de su comunidad, muchos gallegos se acercan para disfrutar de Peñarronda. Dos jóvenes de Ribadeo (Lugo), que vienen a esta playa desde que se sacaron el carnet de conducir hace unos años, intercambian un peloteo con las palas cerca de la orilla. "También es ideal para jugar al voley o al fútbol", detalla Germán Otero. Pero no sólo se hace ejercicio sobre la arena mojada. En el mar, varios niños se inician en el mundo del surf en los diversos cursillos que se ofrecen, acompañando a los practicantes habituales de este deporte. Kiko Torviso viene a menudo desde Galicia para coger olas: "Esta es la mejor de todas para hacer surf, sea verano o invierno. No es muy agresiva y es ideal para aprender", explica.

Sin embargo, para quien lleva acudiendo a esta playa toda la vida, la gran cantidad de bañistas pueden ser una molestia. "Para mí sigue siendo la mejor, pero hace 50 años éramos cuatro y se estaba mucho más tranquilo. Además, quitaron las dunas", afirma Emma Pormuy mientras pasea con su hija.

Barro, una playa ideal para acudir en familia, aseguran los usuarios

Amanece nublado en Barro. El sol, que lucha por hacer acto de presencia, ilumina con tenues rayos parte de este singular espacio del concejo de Llanes. Algunos de los bañistas más fieles desfilan desde las once de la mañana camino de una de las playas más visitadas del concejo, sobre todo por familias. Tienen prisa porque sus pies entren en contacto con la arena fina y el agua cristalina.

“¿Dónde nos instalamos?”, se pregunta el matrimonio vasco formado por Juanjo Barrondo y Charo Sarasola. No llevan ni un minuto en la playa de Barro y ya enumeran dos características que hacen que, en su opinión, sea el mejor arenal de cuantos han visitado en Asturias este verano. “Es una playa muy bonita y tiene una arena muy fina, alejada de la dureza de otros lugares”, dicen. Primera visita a Barro y seguro que no será la última.

Los madrileños Carlos Hormigos y su hijo, César, salen del agua. Son las once y media de la mañana y ya se han dado su primer chapuzón. “Caerán unos cuantos más”, anuncian. “Agua, arena limpia y un imponente espacio en marea baja para pasear o jugar a las palas”. Así definen la playa. Secarse, comentar el estado del agua, “fresca pero buena”, y darle las raquetas antes de darse otro baño para abrir el apetito.

Los niños son los otros protagonistas de este arenal. Su forma de concha cerrada en es fantástica para su seguro esparcimiento. “Para los niños es ideal”, indica Laura Lara, mientras va camino del agua junto a su hija Isabel. Junto a ellas Joan Renmans, esposo y padre. La estampa familiar la completa el pequeño Luis. Recién salido del agua se abraza a su madre. “Lo que más nos llama la atención es su particular relieve”, destacan.

Naturales de Cuenca, residentes en Madrid y asturianos de adopción. Así se definen los componentes de la familia Catalán- Valera. Llevan dos décadas veraneando en el Oriente y hace tiempo que han llegado a la conclusión de que Barro es su arenal favorito. “Esta resguardada en medio de un entorno natural muy bonito”, indica Irene Catalán. Su marido, Víctor Valera, añade otra característica: “tiene un oleaje muy noble”. Miguel Catalán y su mujer Lucia Fernández, hacen carantoñas a su nieto. “Es una playa ideal para leer y pasear”, dicen. Es mediodía y el sol sigue sin hacer acto de presencia en Barro, un arenal que engancha.