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San Pablín bautiza en Cudillero el orgullo

El rito de la Fuenti'l Cantu reúne a una treintena de foráneos, la más joven de 2 meses

González saluda a la pequeña Olivia Álvarez.

Nacer lejos de Cudillero no está reñido con ser pixueto. Porque es un sentimiento que, además de heredarse, se puede transmitir. Y porque desde el año 1963 la Fuenti'l Cantu acoge, cada primer día de julio, festividad de San Pablín, el rito iniciático de los pixuetos, un bautizo con el agua pura que sale desde el corazón del mismo anfiteatro. Ayer, una treintena de foráneos quedaron oficialmente nombrados pixuetos, baño y diploma incluído.

Sergio González Ondina, presidente de "Avanti Cuideiru", es el particular maestro de ceremonias del más particular de los bautizos que se celebran en Asturias. Cuenta que lleva "entre 25 y 30" años siendo el "cura" en este acto no religioso, y que mientras pueda, seguirá siéndolo. "Da mucho gusto, porque es gente que siente el ser pixueto, que quiere serlo, y para mí es un orgullo", asegura.

La tradición nació en 1963, cuando un grupo de pixuetos (gentilicio de los vecinos de la parte baja de Cudillero) celebraron una comida junto con un grupo de foráneos en las fiestas de San Pedro. Al terminar, y viendo el interés de los segundos en formar parte de este sentimiento, se procedió al primer bautizo pixueto.

¿Qué significa ser pixueto hoy en día? González lo sintetiza en una sóla frase: "Que eres de Cudillero, que llevas la sangre de Cudillero, y que luchas por las tradiciones de Cudillero". Ayer, esta villa ganó en adeptos, creció en pixuetos, aumentó en número de seguidores, para mayor regocijo de sus vecinos.

El ritual comienza frente a la iglesia de San Pedro, desde donde parte la comitiva al ritmo de las gaitas. Serpenteando por los estrechos y empinados callejones del casco antiguo de la villa se alcanza la fuente, en la que se agolpan los futuros pixuetos, inquietos, nerviosos, a punto de dar un paso que no olvidarán. A una orden de González, se aferran con todas sus fuerzas al remo, y en ese instante, prometen a comportarse como merece el rango que están a punto de adquirir, y a "llevar el nombre de pixueto por todo el mundo y sentirse orgulloso de ello".

Es entonces cuando comienza el bautismo en sí, que la práctica y la experiencia de González solventa en apenas unos minutos. Utiliza una balda, un recipiente en el que los marinos llevaban su comida a la mar, para recoger el agua de la fuente e imprimir el sentimiento pixueto entre los fieles. "Ya mientras Cuideiru viva y duri la Fuanti'l Cantu, bautizámusti con agua, aunque sea sin el Santu", recita de cada vez.

Alejandro e Inés Menéndez son lucenses, aunque alleranos de madre y pixuetos de padre. Los hermanos pasan el verano en Cudillero, y han decidido "hacer oficial" ese sentimiento de permanencia a esta villa marinera. "Ya se sienten de aquí, pero así queda constatado", asegura su madre.

Apenas dos meses recién cumplidos tiene la pixueta más joven en bautizarse en la fuente. Se llama Olivia Álvarez, y a pesar de tener padres de Cudillero, vive en Pravia. A su abuelo, Antonio García, le hacía "mucha ilusión" el bautizo, y por eso fue él quien la llevó hasta el caño de la fuente.

A Sonia Cernuda, que trabaja como guía de turismo, sólo le faltaba el bautismo para sentir más el ser pixueto. "Es una muestra de amor que sientes por tu tierra, esto hay que vivirlo. El poder estar hoy aquí es una cosa que me encanta y que ahora voy a presumir", asegura. "Y el agua, estupenda", añade.

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