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Una cueva que lleva a la Prehistoria

La gruta de la Peruyal, en Onís, permite casi un viaje en el tiempo y acoge un fósil único por su conservación; durante años se creyó que era de un oso pero resultó ser una cría de rinoceronte de la estepa

Una cueva que lleva a la Prehistoria

Bajo el admirado paisaje asturiano se encuentra una riqueza inimaginable. Miles de cuevas recorren las entrañas de la región. No en vano, el Oriente de Asturias, enmarcado en los idílicos Picos de Europa, es mundialmente conocido como "el Himalaya de la espeleología".

El sobrenombre no es casual. En Asturias se encuentran 16 de las 96 simas de más de 1 kilómetro de recorrido que existen en el mundo, acompañadas de muchas otras de menor tamaño pero igual belleza, en las que se puede admirar el inexorable paso del tiempo que crea y moldea a capricho estas formaciones naturales.

Una de las cavidades más llamativas se encuentra en el concejo de Onís, a medio camino entre Arenas de Cabrales y Cangas de Onís: es la Cueva de la Peruyal, en Avín. En sus profundidades se encuentra uno de los fósiles de mayor valor paleontológico conocidos, por su impresionante estado de conservación.

Se trata de un esqueleto completo, en su posición original, de una cría de rinoceronte de la estepa de 16 meses, un animal ya extinto que data de hace 45.000 años.

El fósil se encuentra en un lugar privilegiado, casi?parece elegido de forma artificial para su conservación y visita. Está en la parte final de la galería, cubierto todo el año por un pequeño charco de agua y encerrado en una vitrina natural de piedra creada con el paso de miles de años. Este inmejorable marco cumple al mismo tiempo la función de escaparate y refugio.

La historia del fósil es, como la define Pablo Solares, presidente de la Asociación Asturiana de Espeleología y guía de la visita, "un milagro, una serie de casualidades que se da una vez entre un millón". El animal fue descubierto de forma fortuita en la década de 1970 por un grupo de investigadores de la Universidad de Nottingham, expertos espeleólgos pero sin formación suficiente para llegar a valorar el descubrimiento que acaban de realizar.

Inicialmente se creyó que se trataba de algún animal que aún existiera hoy en día, probablemente un oso, que fueron abundantes en la zona._Fecharon su muerte en hace apenas un milenio. Fue entonces cuando los lugareños, fiándose de los investigadores extranjeros, le dieron el que se convertiría desde entonces en su nombre popular: la Cueva del Oso.

Ya por aquella época se empezó a constatar su gran valor, hasta el punto de que el prestigioso paleontólogo Emiliano Aguirre, Premio Príncipe de Asturias a la Investigación Científica y Tecnológica por sus trabajos en la sierra de Atapuerca, comenzó a estudiarlo y propuso trasladar el fósil a Madrid, algo a lo que los habitantes de la zona se negaron, llegando incluso a cortar carreteras de la zona o a encadenarse a la entrada de la cueva.

Así, no fue hasta principios de este siglo, tras haber pasado la galería una década cerrada al paso por un derrumbe, cuando la antropóloga y arqueóloga Ana Pinto desveló la verdadera identidad del animal tras varios estudios en los que descubrió que en contra de lo que se creía hasta entonces no se trata de un oso, por sus componentes óseos, basándose en el estudio del espolón de su femur, los huesos de las patas y un molar. Esta afirmación agranda más aún la leyenda del fósil, al tratarse de un ejemplar mucho anterior, perteneciente al Pleistoceno, lo que hace que el interés en la cueva aumente.

El fósil del "osorrino" como lo nombra Pablo Solares, no es el único encanto de la sima. La cavidad, de unos 500 metros de longitud y 40 de desnivel, es un claro ejemplo de las dolinas que se pueden encontrar en esta zona de Asturias, no muy profunda pero sí larga. En ella se pueden observar numerosas formaciones naturales rocosas de gran interés y belleza: imponentes estalactitas y estalagmitas en continuo crecimiento, columnas, cristalizaciones, coladas...

Además, dentro de la propia sima conviven varias especias de invertebrados que son endémicas del occidente asturiano, como el opilión, el pseudoescorpión o alguna subespecie de salamandra.

La única forma de acceder a la cueva es por medio de una visita guiada, de dos horas de duración, organizada por la empresa Destino Picos de Europa, que parte del camping del mismo nombre. Su dificultad es pequeña, al realizarse la práctica totalidad paseando, lo que permite admirar las entrañas asturianas. La visita se realiza en grupos de ocho personas, en turno de mañana y tarde, y el precio es de 25 euros por persona.

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