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Familias para enmarcar

Más de un centenar de niños de Somió se reúnen en los jardines del Evaristo Valle para dar rienda suelta a su creatividad artística y "con la excusa perfecta para pasar una tarde familiar en el museo"

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Familias para enmarcar

Imaginación, pinturas y ganas. Con estos ingredientes en sus paletas, 130 niños echaron a volar ayer su creatividad en los jardines del Museo Evaristo Valle. Todos tenían el mismo premio: un diploma que reconocía su obra de arte, caramelos para más tardes de verano, y un chocolate con churros al terminar. Y lo mejor, la exposición de todas sus pinturas durante el fin de semana en la iglesia de San Julián de Somió.

Los vecinos más pequeños del vecindario se reunieron en torno al museo que lleva el nombre del pintor gijonés. Y entre nuevos amigos, familiares y organizadores del certamen corretearon orgullosos con sus dibujos. La mayoría fueron fieles a las bases y dibujaron algo que estuviera en el museo. Triunfó sobre los demás elementos lo que unos bautizaron como "la casa rosa" y que para otros era simplemente "el castillo". Otros optaron por los árboles que pueblan el jardín. Y algunos, en clara minoría, por las esculturas con las que se topaban.

Soledad Lafuente, presidenta de la Asociación de Vecinos de Somió, describe el certamen como "la excusa perfecta para pasar una tarde en el museo, con el que tenemos una colaboración, en una jornada de puertas abiertas". Además, en este certamen todos los niños se van con el mismo premio, evitando posibles disgustos entre hermanos. No es para menos, algunos de los participantes se lo toman muy en serio. Pero así lo plantea la asociación de vecinos: un plan atractivo, a la par que distinto, para disfrutar de una tarde familiar en verano.

Estos pequeños dibujantes en potencia ya piensan en volver el próximo año, dado que la mayoría descubrieron el certamen en esta edición. Pese a su corta edad, hay quienes hablan como grandes genios. Inés Álvarez, de seis años, optó por dibujar "algo abstracto" y su creación no tenía nada que ver con el Museo. "Me lo he inventado", confesaba entre risas. Mientras que su hermana Sara, de cuatro años, dibujó "las esculturas, árboles, el cielo?" Ambas ya conocían el museo, pero no el certamen. Eso sí, ya no dudan que en la próxima edición -la número 17- volverán.

Nick Valdés, muy orgulloso de su apellido de portero de fútbol y de un nombre "muy americano", nació hace siete años en Gijón pero se marchó hace cinco a Ohio (EE UU). Él también disfrutó de la tarde de pintura con su hermano y con su padre. "Me gustó mucho. Yo dibujé la casa rosa", contaba sin perder un ápice de orgullo.

Hay quienes lo hacen todo "en pandilla". Es el caso de Pablo, Nacho y Martín Pastrana, que contaron durante el concurso de pintura con la compañía de Cristina Rodríguez. Todos ellos optaron por "el castillo y los árboles". En grupo, porque "así es más divertido".

Y no solo un gijonés de Ohio estaba en Somió, también estaban representados otros países. Natalia Suárez (cuatro años) acompañada de su hermana Irina (dos años) y su primo Álex (doce), nacido en Rumanía, también dibujaron "el castillo, claro". Natalia reconocía haber tenido un buen asistente. "Mi primo me ayudó a terminar el dibujo", confesaba.

En un ambiente familiar, los niños confirmaron que con un papel y un bolígrafo su sonrisa está asegurada. Aunque si puede recompensarse con caramelos, mejor. Pero lo más importante es que Somió dibujó sonrisas en el aire y árboles y castillos en papel.

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