"¿Qué hace a alguien ser un perturbado?", se preguntan los suecos de "Erik Axl Sund", pareja que ha vendido más de cuatro millones de ejemplares con su trilogía "Los rostros de Victoria Bergman"

Se conocen desde hace más de 20 años y comenzaron formando una banda sonora. El destino quiso que los dos se divorciasen el mismo año, en 2008, y reorientasen su vena artística hacia el mundo de la literatura, más concretamente, a la novela negra. Así es la historia de Hâkan Axlander Sundquist y de Jerker Eriksson o "Erik Axl Sund", su nombre artístico. Este dúo de escritores suecos ha vendido más de cuatro millones de ejemplares con su trilogía "Los rostros de Victoria Bergman". "Persona", "Trauma" y "Catarsis" son las obras que la conforman. La pareja de escritores está en Gijón con motivo de la "Semana negra" y ayer hablaron de su salto repentino a la fama.

"Antes dábamos giras por Europa, ahora vamos a firmar libros", comentan los miembros de este tándem insólito. Preguntados por cómo se redacta un libro entre dos, responden que "desde el principio esto de escribir a medias fue un experimento: uno escribía 40 páginas, el otro las leía, le daba su toque particular y continuaba; y así sucesivamente". No querían que su género fuese una novela policiaca tradicional, porque consideran que hay mucho material por abordar y podían diferenciarse.

"Uno de los temas que más nos interesa es el círculo del mal. ¿Qué hace a alguien ser un perturbado?", se preguntan los integrantes del dúo antes de contestarse a sí mismos: "Las personas no reaccionan igual ante el abuso". De hecho, una de las protagonistas de su novela sufre desorden múltiple, que es un trastorno propio de personas que han sufrido en su infancia.

Preguntados por si existe un estilo propio en la literatura nórdica, los artistas reconocen que sí, debido a que "en Suecia todos somos socialdemócratas y es muy típico escribir en pareja". Construyeron los personajes de sus relatos tras fijarse mucho en los comportamientos de la gente, especialmente en la discriminación que existe contra las mujeres. Y, particularmente, en el mundo laboral. Como anécdota contaron que la detective Jeanette que aparece en sus libros iba a ser en principio un hombre, pero tras 150 páginas escritas decidieron cambiarle el género y el nombre. "Fue una manera de enfrentar nuestros prejuicios, porque al final no le pones las mismas acciones a tu personaje cuando es hombre que cuando es una mujer", confiesan.

El siguiente reto que afrontan es el de responder a su público. "Ahora tenemos la presión de adaptarnos a un público concreto que antes no teníamos", señalaron ayer en Gijón. Sin duda, se han puesto el listón muy alto y bajarlo no parece una opción para estos singulares suecos.