Se dio cuenta de que estaba equivocada cuando viajando en avión leyó en el cuadro de una revista la celebración del certamen "La sonrisa vertical" que organizaba la editorial Tusquets. Era 1991 y decidió poner fin a su desempeño como gerente administrativa de empresas para iniciarse en el mundo de la escritura.

Claudia Piñeiro (Buenos Aires, 1960) lo hizo con su obra "El secreto de las rubias", con la que no ganó, pero sí consiguió una de las plazas como finalista del concurso. Pero esa obra erótica con la que se inició como novelista nunca se llegó a publicar. Ahora bromea con ello: "La gente cree que es porque habla de temas sexuales y yo les digo que a estas alturas del partido poco me importa eso ya". Si no la ha publicado es, según explicó Piñeiro ayer en Gijón, porque "al ser una de mis primeras obras no está demasiado bien redactada" además de que "así mis hijos podrán hacer algo de dinero con la herencia si la deciden publicar" en un futuro.

Le hubiese gustado estudiar una carrera de humanidades pero "con la dictadura militar, se suprimieron las carreras humanísticas" y acabó eligiendo otra que no le hacía demasiada ilusión. Respecto a su estilo, dice que "no es novela negra al uso, aunque en muchos casos me tengan catalogada como escritora de este género" porque puntualizó que "en Argentina es más típico que los autores tengan alguna pieza de un género sin ser escritores consagrados en él. Quizás en España no es tan común. A mí me gusta mucho el suspense, todas mis novelas tienen suspense y algún asesinato pero no todas mis novelas son negras", subrayó. A excepción de alguna como "Betibú", que sí es una novela policiaca "desde el principio".

A la hora de escribir, antes de publicar, le gusta que sus amigos vayan comentándole sus impresiones. Le llama la atención que los hombres suelen percatarse con más facilidad de los errores porque las mujeres "sólo quieren seguir leyendo". También expuso algunas de las dificultades con las que se encuentra en los talleres argentinos para editar libros. Por ejemplo, alguna editorial le prometió que iba a publicar la que seguramente sea su obra maestra, "La viuda de los jueves", pero se olvidaron de ella y tuvo que ser finalmente otra firma la que lo sacase al mercado.

En otra de sus novelas, "Elena sabe", uno de los personajes se suicida estrangulándose en un campanario, lo que justifica así: "En mi infancia sólo había dos formas de suicidarse: arrojándose a las vías del tren o saltando de un sitio alto". Pero su literatura no solo está reservada para los lectores; algunas de sus obras han sido llevadas a la gran pantalla, donde "cada director la adapta a su estilo. Los hay que respetan más la narrativa de mis relatos y los hay que omiten detalles". Es el caso de la versión que hizo Miguel Cohan en 2014 de su novela "Betibú", que no se centró en los matices de su obra, según contó la propia autora.

No falta entre sus escritos un pequeño homenaje para su padre en la obra "Un comunista en calzoncillos". "Mi padre siempre se decía comunista, pero no era de los que salía a la calle a hacer la revolución. Era un comunista de sofá. Siempre le agradeceré todas sus enseñanzas porque durante la dictadura hubo quien vio algo positivo por poner fin al gobierno peronista. Nosotros sabíamos que no podía ser nada bueno. Han sido momentos difíciles de mi vida". Concluyó Piñeiro.