Luis Eduardo Aute (Manila, Filipinas, 1943) viste de oscuro y gasta el pelo largo, su eterna imagen. Fuma rubio y habla bajito. "La grabadora más cerquita, que hay mucho ruido", le recomienda al entrevistador. Ayer estuvo en Gijón, en la "Semana negra", para participar en una velada poética.

-Música, pintura, literatura, poesía... ¿Dónde se encuentra ahora más cómodo?

-En estos momentos estoy cómodo con un trabajo que es ponerle música a poemas de algunos amigos y también he retomado, después de un tiempo largo, la pintura. Llevo casi dos años sin pintar y me he metido en el taller a ponerme a pintar para terminar algunas pinturas que empecé hace dos años y pico. Ahí me siento muy cómodo.

-¿Vivimos tiempos de poesía?

-Parece que no, no solamente la poesía, cualquier propuesta mínimamente reflexiva o creativa se siente despreciada. El concepto de cultura está desapareciendo a marchas forzadas, prácticamente está siendo erradicada de la vida de cada uno. Son tiempos difíciles, sobre todo para vivir en este ámbito en el que se proponen reflexiones, sueños, pesadillas que, de alguna forma, nos pueden ayudar a llevar esta supervivencia de una manera más lógica. La palabra cultura está desapareciendo, en los Estados Unidos ya ni existe. Hay libros, hay 'e-books', por cierto, ¿arden?, habría que verlo, el teatro es teatro, el cine es cine, la música es música, pero la cultura desaparece en aras del entretenimiento. Ahí están todos esos juegos que nos invaden, ahora esta última moda del 'Pokémon Go'. La poesía siempre fue minoritaria, pero ahora es ínfima. Sin embargo, hay mucha gente que escribe poesía y cada vez hay más espacios donde se hacen lecturas de poesía y la gente acude, posiblemente hay una necesidad de escuchar otras propuestas que nos satisfagan más en relación con lo que nos obligan a consumir todos los días.

-¿La humanidad se está embruteciendo?

-Creoque sí, es curioso que en esos aparatitos (los teléfonos móviles) está toda la información que quieras, basta con dar a una tecla, pero curiosamente con esa facilidad que tenemos hacia todo, información de todo, la gente es cada vez más bruta, es una contradicción tremenda. La gente jovenm, en términos generales, está cada vez más embrutecida, pero tiene en sus manos la posibilidad de acceder a prácticamente la máxima información, que no conocimiento. Internet, en términos generales, es una invitación a que viajemos, a que naveguemos para recabar datos e información, tenemos sobredosis de información, pero no conocimiento. Creo que tendría que ser el proceso contrario, navegar hacia adentro para recabar datos y obtener conocimiento.

-¿Menos móviles y más libros?

-Pueden coexistir, lo que pasa es que la magia de los móviles y lo que pueden aportar es un juguete muy apetecible y los libros obligan a una concentración mucho mayor.

-¿A un poeta como usted se le hiela el corazón al ver las imágenes de la masacre de Niza?

-Sobre todo me cabrea mucho que todo lo que estamos viendo, todo este acoso del yihadismo, en este caso, es consecuencia de la guerra de Irak, la que inició el padre Bush y la que siguió el hijo Bush. Y ahí vimos a Bush bailando en el funeral de los cinco policías que mataron (en Dallas), el imbécil ese. Todo es consecuencia de la invasión de Irak, donde se tiraron bombas por donde les dio la gana y mataron mujeres, niños viejos, para ellos muertos de segunda categoría, o lo que estamos viendo ahora en Siria. Este desastre de Niza es lo que ocurre todos los días allí, donde la gente es bombardeda, se queda sin casa y tiene que venir para aquí. Me da mucha rabia y me hiela el corazón que estemos ahora acosados por un enemigo incentivado por los intereses financieros de los Estados Unidos.

-Usted nació en Manila en plena ocupación japonesa durante la Segunda Guerra Mundial. Dos años después, en 1945, la ciudad fue devastada y hubo decenas de miles de muertos. ¿El ser humano no aprende?

-No aprende, de mi casa no quedó piedra sobre piedra. Según he leído fue la segunda ciudad más bombardeada después de Dresde en la Segunda Guerra Mundial. La humanidad sí aprende, pero insiste en la misma dinámica, es curioso. Me extraña que en los Estados Unidos los ciudadanos no se preguntén por qué su país está constantemente en guerra desde la Segunda Guerra Mundial. No es normal que un país esté constantemente en guerra. Pero, evidentemente, la guerra alimenta la economía del país, y así vamos a seguir, forma parte de la rutina de los intereses financieros de las grandes corporaciones.

-Hace cincuenta años era optimista, ¿ahora?

-Nunca fui muy optimista, tampoco pesimista, en todo caso si fui y soy muy escéptico.

-¿Más que en la juventud?

-Sí, en nada se parece el mundo en el que vivimos ahora al que yo pensaba que podía desarrollarse a partir, sobre todo, de los años sesenta. Se proponía entonces un cambio radical en todos los ámbitos y pareceía que se podía caminar hacia un mundo más racional, más solidario, más humano, más inteligente, más sensible. En cambio, estamos en el proceso contrario. Tampoco me encuentro en situación de sacar la bandera blanca del no hay nada que hacer, creo que cabe la posibilidad, en algún momento, de que el ser humano recupere un poco su razón de ser en este planeta, que no tiene nada que ver con los que nos están imponiendo aquí como el "modus vivendi" que debemos practicar.