Los alrededores del Puerto Deportivo están tomados, desde ayer, por el Arcu Atlántico, un certamen que ofrece todas las opciones atlánticas posibles: aprender a tocar la "pandeira de Galicia", revivir la niñez con juegos tradicionales, probar el queso típico de Cabrales... e infintas opciones más.

Francisco Gurrea, del Grupo Sigillum, imparte cursos para que, todos los que quieran, desde los diez años, aprendan a crear luz con sus propias manos construyendo una lucerna de barro. Es un apasionado de la Antigüedad Romana así que confiesa que "somos unos arqueólogos ilustrados. Además, en España hay mucha riqueza de este tipo". Y es esto lo que quiere transmitir a los más pequeños, de los que cree que "su arma más prodigiosa es la imaginación y la capacidad de asombro al darse cuenta de lo que pueden hacer con un trozo de barro y unos moldes bivalvos".

Gurrea está contento ante la posibilidad de realizar estos talleres porque cree que "nadie nace sabiéndolo, sólo hay que intentarlo y practicar", confiesa el riojano. Mientras él se afanaba en hacer lámparas de aceite, otro complemento cultura lo puso ayer el concejo de Cabrales, que celebraba su día en su stand del "Arcu" bajo el lema "Cabrales es diferente: descúbrela con los cinco sentidos". Rutas para los más aventureros; arte rupestre reconocido por la UNESCO; museo dedicado a Enrique Herreros, primero en pernoctar en el Naranjo de Bulnes y una oferta gastronómica deliciosa.

De relaciones públicas, nada mejor que usar a las gentes de Cabrales: Carmen Vázquez, mientras tejía, reconocía que: "Hemos venido para intentar que la tradición continúe", lo que secundaban sus dos compañeras de aguja. "Eso sí, aquí enseñamos muy poquito comparado con lo que se puede ver allí". "Y tanto", le seguía Flori González, que estaba hilando: "Cabrales es todo. Es lo más guapo". Por su parte, Ana María Moratillos, que escarmenaba, añadía: "Tenemos los mejores accesos para las diferentes rutas, pero me gustaría que la gente viera cómo se hacía la manteca; el queso, que ahora se trae hecho; cómo vivían los pastores?". La voz masculina la puso Francisco Guerdo, quien afirmaba que "llevo dedicándome a cabruñar toda la vida, menos los pocos años que fui a la escuela", una labor que, dice, "ya somos muy pocos los que sabemos hacer? Ahora la gente es más lista y se dedica a otras cosas". Ese era el arco de posibilidades atlánticas... y era el primer día.