El arroz de Miranda sedujo ayer a más de 4.000 personas pese a coincidir con eventos de alta afluencia, como el festival Intercéltico que tiene lugar estos días por las calles del centro. El ambiente típico de las fiestas de prado de la región, unido al delicioso plato, fueron las principales bazas de una celebración que no pierde el respeto a sus orígenes. "Es algo que, en cierta medida, nos preocupaba: que otras fiestas pudiesen restar público a la arrozada. Al final se acabó salvando la noche y ha venido mucha gente", explicó Alberto Tirador, alcalde de Illas, que fue uno de los que no quiso perderse una fiesta que, en sus orígenes, fue pionera entre las comidas populares.

Los buenos ingredientes son clave para que el plato tenga éxito. Luis Carbajal, que lleva cocinando para este festejo desde sus inicios, en 1978, daba nota de ello. "La receta es sencilla: cada 100 gramos de arroz deben llevar 150 de compango", comentó el veterano chef, ligado a la historia de una celebración que este año se ha adelantado de forma excepcional. Históricamente celebrada el primer viernes de agosto, esta vez se anticipó a una semana.

Además del arroz, la celebración contó con unos ingredientes que atrajeron el apetito de muchos asistentes y que ayudaron a cocinar el éxito. "Principalmente, el buen ambiente y la comida, además de la gente", señaló la avilesina Ana Belén Vallina, que asistió por primera vez a este festival gastronómico. "Lo vimos por el periódico y nos picó la curiosidad. La verdad es que está muy bien: ha venido mucha gente", afirmó la mujer, encantada con su plato. Por su parte, José Sierra destacó "la gran grúa que sostiene la arrocera. Es muy grande y es lo primero que llama la atención", apuntó el avilesino.

Esther Fernández regresó a Miranda junto a su marido Manuel Alcázar tras cinco años sin acudir a esta veterana cita arrocera. "Solíamos venir siempre, pero hace cinco años dejamos de hacerlo. Regresamos este año y la verdad es que no ha perdido esa esencia de fiesta de prado y el buen ambiente sigue siendo la tónica general", explicó la mujer, que sostuvo que la razón de no perder asistentes es "que hay gente para todo, y muchas personas se deciden a ir a todas las fiestas que pueden".

Ochenta y cinco kilos de arroz y dos grandes arroceras que rezumaban olor a compango y a tradición en una cita que comenzó como una simple reunión vecinal y ha acabado extendiendo sus aromas a toda la comarca avilesina. Un homenaje a la forma tradicional de hacer este plato en la región, ya aquellos artífices de la cita pionera de las comidas populares.

Miranda demostró que la tradición y el amor a las fiestas de toda la vida puede competir con los grandes festivales sin perder el espíritu clásico. Una forma de conectar con la razón que impulsó esta conocida cita gastronómica: unir al mayor número de personas alrededor de un plato típico de la región como forma de celebrar las fiestas populares.