Hay quien piensa que tradición y modernidad siempre están reñidas, pero a veces, algo tan cautivador como la danza tiene la capacidad de deshacer a su antojo los límites que separan lo racional del sentimiento; algo que la compañía de baile "Kukai Dantza" sabe bien cómo demostrar. Así lo hizo ayer en la plaza del Parchís, donde la agrupación de origen vasco creada en 2002 mostró a los gijoneses la pasión y la fuerza que transmiten.

Eran las siete de la tarde y los niños se habían hecho ya con las primeras filas de la zona reservada para las actuaciones del Arcu Atlánticu. La música, suave pero intensa, comenzó a sonar y cinco miembros de la compañía marcaron los pasos de la rítmica melodía que hacía detenerse a los curiosos. Tras media hora de actuación, miradas de asombro, aplausos y vítores del público pusieron el broche final.

En esta ocasión representaban "Gelajauziak", una visión contemporánea de las danzas tradicionales vascas. Como explica Cesc Gelabert, referente mundial de la danza contemporánea y coreógrafo de la pieza, "la danza tradicional es la madre de las danzas de la que nos nutrimos, pero toda palabra, todo paso de baile, surge de un bailarín interpretando, inventando un nuevo paso. Esa acción es siempre contemporánea, camina con su tiempo". La pieza, además, se ha representado desde 2014 por todo el globo: Francia, Italia, Rumanía, Colombia y, ahora, también Gijón.

"Por suerte hemos venido muchas veces a esta ciudad, es un placer volver", asegura Jon Maya, director de la compañía. Se hicieron dos pases, ambos acogidos con el mismo entusiasmo. "Qué intensa es la música" o "qué pasada de baile" eran algunos de los comentarios que podían escucharse, además de alguna risa nerviosa de los más pequeños cuando se acercaban demasiado a las primeras filas.

El final de la actuación reunió al elenco original con los que habían acudido a la clase magistral que tuvo lugar antes del espectáculo en la calle, donde aficionados y profesionales acudieron para aprender algunos pasos. Uno de ellos fue Moisés González, fundador de la compañía asturiana "El Callejón del Gato". "Ya había coincidido con Jon anteriormente y me interesa mucho su trabajo, así que no quise perder la oportunidad de venir", cuenta. Con él coincide la maliaya Inma Rodríguez, de "Producciones Nun Tris". A pesar de la verguenza inicial, los dos se animaron a esa actuación final que dejó bien alto el listón de las actuaciones del Arcu Atlánticu, con una interpretación que ensamblaba a la perfección el binomio antiguo-moderno, porque como demostraron, a veces van de la mano.