Su hermana fue la mano que meció la raqueta para que Pablo Carreño decidiera a los 6 años que el mundo que se dividía en sets era el que le gustaba. Se lo empezó a tomar en serio a los 15 años y sólo dos después, con 17, debutó como profesional. Se adelantó a su época, jugó en categorías superiores y desde entonces, todo ha sido sumar de quince en quince, como en el tenis, pero también en la vida.

A los 25, Pablo Carreño ya ha conseguido entrar en el selecto grupo que representa a España en la Copa Davis, un país en el que el talento además de existir cuando el balón roza los pies, también luce a tutiplén con las raquetas en la mano. La ambición de este gijonés de pies a cabeza ya le ha llevado -y le seguirá llevando- por las pistas del mundo triunfando en puntos, mordiendo premios y besando raquetas. Pero ayer no tuvo que ir muy lejos para recibir el calor del público.

Los aplausos los obtuvo en pleno Paseo de Begoña, transformado ayer para la ocasión en una cancha de tenis, como si de La Caja Mágica de Madrid se tratase. Con Carreño, disfrutando de la singular cita, estaba otro de los grandes tenistas españoles, el catalán Albert Montañés. Una breve muestra de lo que se podía ver esa misma tarde en el Club de Tenis de Gijón, donde se disputa estos días el torneo "Dionisio Nespral".

Más de 30 niños respaldaban en Begoña a los profesionales con la ilusión propia de quien ve a su ídolo. Así lo confesaba Alejandro Rey de 11 años: "Ver jugar a un tenista de este nivel a unos metros de mí es algo impresionante". Y continuaba Pablo Martín, de 11 años también, reconociendo que "Pablo es muy buen tenista, pero además es una persona fantástica".

Unas confesiones que, probablemente, suscribían las cerca de cien personas que giraban la cabeza de un lado a otro siguiendo la pelota, pues cuando el gijonés conseguía un punto en el partidillo que se estaba disputando, los aplausos y los "¡Vamos!" se escuchaban con especial claridad. Sin embargo, los presentes tampoco se olvidaban de aplaudir al rival, Albert Montañés, en un gesto deportivo y educado.

No cabe duda de que Pablo Carreño cala con especial cariño entre los gijones, a los que el tenista confiesa estar "muy orgulloso de representar" tras ser nombrado embajador de "Gijón, Ciudad Europea del Deporte 2016".

Entre la casi treintena de niños que se situaban en torno a las vallas que simulaban la cancha de tenis en el Paseo de Begoña, y a los que al final de la mañana se pudo ver en acción, alguno demostró buenas maneras. Tanto que se pudo escuchar cómo más de un adulto se quedaba anonadado con algunos de los futuros Carreño, Nadal o Moyá. "Hay cantera y se nota. Muchos de los niños que han jugado tienen la actitud y la ténica que se necesita para triunfar", declaraban algunos de los más veteranos asistentes. Y es que los más pequeños pudieron jugar varios puntos con los tenistas y más de uno se llevó el aplauso y la ovación de los allí presentes. De hecho, las caras de los propios profesionales del tenis así lo revelaban también, con más de una pareja -pues salían a jugar en parejas contra Montañés y Carreño- ante su saque, reflejos o manera de golpear la pelota.

La hora de demostración tenística -que se está convirtiendo en un clásico, ya que en años anteriores las exhibiciones se llevaron al Campo Valdés o la Escalerona- sirvió como tarjeta de invitación para las semifinales del Torneo Dionisio Nespral, que se celebraron por la tarde, y es el motivo por el que ambos tenistas están en Gijón.

En el caso de Carreño, ésta es su tercera participación en la competición de verano del Club de Tenis gijonés. "Siempre que puedo hago un hueco para jugar este gran torneo. Espero que todo el mundo lo disfrute tanto como yo porque veremos partidos muy interesantes y un gran nivel de tenis", declaró. Pese a jugar en casa y tener por tanto la presión de ser local, Carreño dijo que "no estoy nervioso, es un gusto jugar el torneo. El año pasado gané y este año intentaré repetirlo porque creo que puedo hacerlo y porque quiero dedicárselo a los gijoneses".

Una vez finalizado el torneo, Carreño se marchará a México para jugar un ATP 250. Seguirá en Cincinnati (EE.UU) con un Master 1000. Y cerrará la gira americana con el US Open. Todos estos torneos guardan el mismo propósito: "Quiero recuperar mi mejor ranking ATP, que fue el puesto 43, y ahora estoy en el 55. Estas citas son importantes para conseguirlo porque, en función de los puntos conseguidos, la posición en el ATP varía ya que cambia cada semana".