Hasta 27 caballos se dieron cita ayer en la parte trasera de la plaza de toros. Fue entonces cuando comenzaron las labores que los mozos desempeñan cada día de corrida. Cual sesión de belleza en un spa. Los lavan con mimo y esponjas, de las orejas a las pezuñas. Revisan herraduras, cepillan las colas y peinan las crines como si de un niño se tratase. Uno por uno, sin ninguna prisa. Y una vez se les ha sacado brillo se procede a engalanarlos.