Pocos fueron los que se libraron, en la tarde de ayer, de un chapuzón en las frías aguas del muelle luarqués. Y quienes lo lograron, no dejaron de reírse a carcajadas, animar y vitorear a los protagonistas de la acción. Y es que los juegos náuticos, arraigados por tradición a los festejos marineros de Nuestra Señora del Rosario, despertaron una gran expectación. La coincidencia del evento en fin de semana, y que la niebla echase a perder el día de playa son factores que ayudaron al éxito de una actividad de lo más refrescante en pleno mes de agosto. La tradición de las gentes que se ganan la vida en la mar da sentido a estas actividades lúdicas, de las que disfruta toda la familia. La cucaña, el barril o las piraguas, que sustituyeron recientemente a los bateles, son algunos de los juegos con que se anima la tarde anterior al Rosario, la fiesta luarquesa del 15 de agosto. "Es una actividad muy arraigada, se puede decir de toda la vida, en esta villa. Están basados en cosas asequibles para los marineros, y relacionadas con su trabajo", explica Inés Rodríguez, al frente de la comisión organizadora junto con Manuel Melchor Álvarez. Lo cierto es que todo Luarca se vuelca con sus juegos, que ofrecen espectáculo y diversión a partes iguales. También, por qué no decirlo, algo de piquilla, pero siempre sana, entre los participantes.

El afán de la organización ha sido, en los últimos años, abrir este día a todo el público. Así, la primera de las pruebas fue la piragua, que llegó para sustituir a los bateles. La salida de la competición se dio desde el conocido como "Puente del Beso", siendo el recorrido por el entorno del muelle hasta llegar al pantalán. Gonzalo Suárez y su hijo Rubén participaron, por primera vez, en la modalidad de padre e hijo, siendo su principal objetivo "divertirse y pasar un rato con el crío", apuntó Gonzalo. "Parece que se va asentando la tradición de las piraguas también en el Occidente", bromeó. Algún otro participante también sugirió que el río Negro, el que pasa por Luarca, parecía ayer el Sella.

Seguridad en uno mismo, precisión y poco miedo al fracaso son las claves para triunfar en la cucaña. Muy pocos lograron llevarse la banderita del final, pero todos los participantes acabaron empapados. En esto, también cuenta la experiencia: "Los que ganaron llevan años llevándose el premio", apunta Inés Rodríguez.