No importa si llueve o hace un sol abrumador, como ayer, que invitaba más a un chapuzón en el Catábrico que a pasear por las calles del recinto Luis Adaro: la Feria Internacional de Muestras de Asturias se llena de vida jornada tras jornada. La de ayer fue, sin duda, una de las más intensas, ya que hasta 150.000 invitaciones repartió el banco SabadellHerrero previamente entre sus clientes, con motivo de la celebración del día de la entidad bancaria en el programa ferial.

La cita, que no es solo empresarial sino que es además pieza clave del ocio estival de la región, acogió a miles de personas que llegaron de todas partes de Asturias y también del resto del país para disfrutar de sus múltiples actividades. Es el caso de los gijoneses Ángel Pacheco y Maite Palacios, que vienen a la feria a petición de sus hijos, Iván y Lidia, de 10 y 8 años. "Vienen a la búsqueda de caramelos", bromean sus padres a la entrada del recinto ferial, "nosotros pensábamos ir a la playa pero a los críos les apetecía mucho venir y así aprovechamos para dar una vuelta, que a veces hay cosas interesantes", explican.

Desde más lejos llega Lucila Menéndez, una avilesina que lleva más de veinte años viviendo en la capital madrileña y que no se pierde la feria "ni un solo año. Yo venía siempre desde pequeña y es ya una tradición. Todos los veranos subimos a Gijón para poder venir, es una cita obligatoria", asegura. Aunque no viene a la búsqueda de nada concreto, reconoce que "en la feria siempre suele haber lo último de lo último, al menos hace unos años". Con ella viene su marido, Guillermo Gaya, y sus tres hijos, el pequeño Pelayo de 6 años y una divertida pareja de gemelos, Rodrigo y Eduardo, de 10 años. "Nosotros somos de la Asociación Madrileña de Partos Múltiples Amapamu; recientemente conseguimos crear una federación española y la verdad es que nos gustaría impulsar una aquí en Asturias", comenta la que, además de madre, es presidenta de la asociación.

Mientras sus tres hijos se divierten con los juegos ubicados en el Pueblo de Asturias, un poco más allá, en el prado, cuatro amigas de Salinas disfrutan del buen tiempo. "Solemos venir casi todos los años, como no nos pilla demasiado cerca pasamos todo el día aquí para aprovechar", explican. "Siempre acabamos comprando algo", comentan risueñas, "una mochila de cuero, algo de comer... Lo típico de la feria", añaden.

Joaquín Iglesias, Marian Martínez y la pequeña Elena Martínez de diez años, disfrutan de la feria a su manera, degustando un típico bocadillo de calamares en uno de los puestos gastronómicos. Es una más de las múltiples opciones que ofrece la cita ferial, que atrae a miles de personas en cada jornada.