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Carabanzo, batalla sin heridos

Los protagonistas del Festival Astur Romano tuvieron que emplearse a fondo para que el combate resultase lo más fiero posible pero sin ningún percance

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Batalla entre astures y romanos en Carabanzo

Cambiar el rumbo de la historia no es fácil. Hay que prepararse a fondo. Y eso fue lo que hicieron los vecinos de Carabanzo (Lena), que este año por primera vez en once años y contra lo que ordena la historia, celebraron un Festival Astur Romano en el que los indígenas vencían a las legiones que Augusto envió, comandadas por Publio Carisio. La decisión de cambiar el signo que realmente tuvo la batalla había decidido por votación popular en el pueblo, pero ¿cómo se prepararon los guerreros astures para esa primera vez que iban a doblegar a la maquinaria más poderosa de la Antigüedad? LA NUEVA ESPAÑA compartió con ellos los ensayos que los llevaron a tan sorprendente y rotunda victoria.

Mar Palazuelos, del grupo Guerras Cántabras, que hizo el papel de brava guerrera astur, explica: "La batalla de Carabanzo es una representación muy activa, de mucho movimiento. Hay que venir ligeros, así que la indumentaria que solemos utilizar nosotros normalmente no la traemos aquí por culpa del peso que tendríamos que soportar".

El hecho de formar parte del elenco de actores que recrea la lucha de La Carisa implica "conocer un poco los movimientos que hay que hacer con las espadas y con los escudos", explican los guerreros astures. Uno de los puntos que necesita mayor atención es la parte de la batalla en la que el bando astur lanza sus armas contra los romanos. No lo hacen directamente hacia el cuerpo del enemigo, pese a que se encuentra protegido con cascos y escudos, sino que las dirigen a los laterales, para evitar golpes peligrosos.

Los uniformes de los astures son mucho más simples y están menos acorazados que los de sus oponentes romanos, por lo que en muchas ocasiones, y esta vez no iba a ser menos, acaban con pequeñas heridas, sobre todo en la cara, provocadas por la contienda. "Nada que no se pueda curar al terminar", aseguran.

"Hay que conocer los movimientos de un guerrero, las actitudes que tendría en un enfrentamiento, ni más ni menos que meterse en el papel", explican los que el domingo participaron en la recreación de Carabanzo. Y un caso claro de eso es el de Gorka García, que el sábado fue astur y el domingo romano, y supo asumir a la perfección las dos identidades.

El cambio de guión hizo que los astures tuvieran que tomar la iniciativa a lo largo de la batalla. Ésta tuvo dos partes bien diferenciadas: una primera, de pelea uno contra uno, y la decisiva, en un todos contra todos donde se pusieron a prueba las protecciones, perfectamente preparadas para evitar percances de gravedad. Escudos resistentes y espadas, que aunque perfectamente simuladas, en muchas ocasiones no están hechas de metal. Un peligro menos. "En el caso de las luchas individuales, lo que se busca es equilibrar un poco el peso y la altura entre los dos combatientes en el sentido de que estén más o menos igualados", explican los guerreros Pablo Jara y José Ramón Cala. Estos dos contendientes aseguran que "aquí lo importante es tener fondo físico, movimientos muy claros y aguante".

Aguante porque es verano y el sol, casca. El calor, de hecho, fue otro de los ingredientes que estuvieron presentes en la recreación de la batalla de Carabanzo. En el lugar de la contienda se habilitó durante toda la mañana un pequeño rincón para que los participantes pudiesen refrescarse mientras no estuvieran en escena. No fuera que, después de todo, acabasen derrotados por un sofocón veraniego.

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