La música clásica cambió ayer de escenario y dejó los auditorios para establecerse en un marco mucho menos convencional. Decenas de curiosos se aglutinaron en torno al piano que se instaló en el paseo de Begoña de Gijón, donde jóvenes intérpretes de todo el mundo dieron vida a diferentes piezas musicales. Una sutil melodía que envolvió la zona de cabo a rabo en el maratón musical organizado por el Festival Internacional de Piano, una de las citas más señaladas de la muestra, que lleva a la calle el trabajo realizado por los alumnos del reconocido certamen.

Fueron doce horas ininterrumpidas de recital, que atrajeron a decenas de curiosos desde las diez de la mañana a disfrutar del espectáculo, muchos de los cuales paseaban por la céntrica zona y se toparon con el despliegue de sillas y músicos. "Me parece una idea estupenda. Estos recitales en la calle tienen una acústica diferente, especial. Todo lo que sea música viene bien para amansar a las fieras", explicó entre risas el gijonés Alfredo Martínez. "Me volveré a pasar a lo largo del día", prometió este aficionado a la música clásica. Otros aseguraron que el sonido les hacía relajarse y olvidarse del mundo. "Escuchar la música de estos jóvenes pianistas me hace vibrar. No conozco las piezas, pero aún así me llegan muy adentro", señaló Pepita Villamil, que se paseaba ayer por la zona.

El concierto tuvo una buena acogida durante la mañana, en la que el tiempo colaboró para que la gente se animara a acercarse y ver el ambiente. Los organizadores tuvieron, sin embargo, que lidiar con las nubes que se metieron durante la tarde y que hicieron peligrar el devenir de las actuaciones musicales. Frente a todo pronóstico, el día aguantó, y el agua no incordió la actividad de los pianistas que, por si las moscas, se refugiaron bajo el tejadillo del Teatro Jovellanos, que actuó como techo de un improvisado escenario. "Alrededor de las cinco de la tarde es cuando tenemos más público. Actuar en la calle es una gran oportunidad para promocionar el festival y, sobre todo, para acercar la música clásica a gente que no es asidua a los recitales convencionales", explicó Amy Gustafson, la que un día fue alumna del certamen y hoy es directora del mismo.

El recital, que forma parte de un programa que este año acoge los conciertos de los prestigiosos pianistas internacionales Roberto Plano, Christopher Guzman y Alexander Romanovsky, animó la jornada de todos los comercios y locales vecinos. "Es muy agradable. Buena música, y encima gratis. Nos alegra el día", señaló Carlos Ocaña, propietario de una farmacia. "Me parece estupendo tener este hilo musical de fondo. Deberían hacerlo más veces. Es una buena manera de acercar la música clásica a la gente y, sobre todo, a los niños", explicó la gijonesa Nieves Cuervo, que se sentó ayer en la terraza de una de las cafeterías de la zona. "Es una idea muy pedagógica para la ciudad", apuntó Margarita de Las Heras, que se tomó un café entre recital y recital. "Parecía que iba a llover pero la tarde aguantó bien y hubo también mucha gente", señaló Miguel Méndez, encargado del Café Dindurra.

La muestra ha batido récord de alumnos en su décimo séptima edición y cuenta con jóvenes intérpretes de Vietnam, Canadá, Japón o China. Muchos de ellos participaron ayer en el recital del paseo de Begoña, una iniciativa que sin duda ganará adeptos para el resto de conciertos que tendrán lugar a lo largo de la segunda quincena de agosto. "El maratón de piano es una idea muy inteligente. Sirve para difundir la cultura y acercarla a todo el mundo", señaló el gijonés Miguel Ángel García, que ya había asistido en años anteriores al certamen. "Paseaba por aquí y me topé con este bullicio de gente. Con estas iniciativas se da mucha publicidad a la oferta cultural gijonesa. Por muchas redes sociales que haya, al final cada uno mira lo que le interesa y no se entera de este tipo de cosas", reflexionó la asturiana Conchi Pulido. La música pone de acuerdo a todos los vecinos del paseo gijonés.