El sierense Pepe Zorita y su Mini Morris de 1973 lo han conseguido. Durante los últimos trece días, este taxista de Valdesoto ha completado una vuelta a España, pasando por las 47 capitales de provincia de la Península. Una gesta que terminó a la una de la tarde de hoy, cuando Zorita retornó a Valdesoto, donde fue recibido con aplausos por numerosos amigos.

Exhausto y con una impresionante quemadura en el brazo izquierdo, de tantas y tantas horas circulando bajo el sol, Zorita pidió nada más bajarse del vehículo un culín de sidra, mientras los parroquianos del bar del campo de fútbol de Valdesoto, la meta de esta vuelta a España, se congregaban a su alrededor para escuchar el relato de su epopeya en Mini.

"Lo más duro de todo fue la soledad, el haber ido sin acompañante. Eso y las averías fue lo que me hizo agilizar la marcha y adelantar el programa", explica el sierense, que completó su viaje en trece días, tres menos de los que había previsto inicialmente para recorrer los 6.725 kilómetros de ruta. Las averías a las que se refiere fueron problemas en un rodamiento y en dos "side-block". "Iba a descansar en Alicante, pero con la avería decidí seguir ruta hasta dar con algún sitio en el que pudiera cambiar las piezas. No es fácil en este tipo de coches", sostiene Zorita. Finalmente, gracias a las redes sociales dio con un taller especializado en Córdoba: "Se llama Ludicor, lo regenta José Luis Luque y su trato fue espectacular. Quitó piezas de su propio Mini para ponérselas al mío".

No fue el único gesto que tuvieron con el sierense. En la Puebla de Sanabria, Zorita tuvo una segunda avería, en este caso en la caja de cambios. Era domingo y decidió parar en un hotel a esperar a que abriese un taller cercano al día siguiente. "Entre en el bar y comencé a contar lo que me pasaba. Con tanta suerte que allí estaba el dueño del taller, que de inmediato lo abrió para mí y me lo arregló de manera desinteresada", relata Zorita. Tanto es así que el mecánico ni siquiera le dijo su nombre. "La gente se ha portado muy bien. Pero eso ya lo percibí antes de salir. Algunos no creían que lo pudiera lograr, más por los años que tiene el coche que por otra cosa, pero también hubo quienes me ayudaron de manera desinteresada como Ramón Rodríguez, que montó y desmontó el coche pieza a pieza para limpiarlo y pintarlo, o Roces, que me hace el mantenimiento desde hace once años", reivindica Zorita.

A todos aquellos que dudaban de que pudiera completar su gesta, el sierense les mostraba ayer la prueba decisiva: el libro de ruta en el que le iban sellando, en cada capital de provincia, su paso por la ciudad. "Pensé en pasar por los ayuntamientos, pero temía que me hicieran esperar y en festivos podía ser difícil, así que me lo sellaban en las gasolineras. Repostaba en una de cada ciudad y allí me lo sellaban", explica.

Para su coche, su gran Mini, Zorita sólo tiene palabras de elogio, pese a los achaques. "Sabía que no me iba a dejar tirado, porque nunca lo ha hecho. Bien es cierto que no pasé de 80 en todo el viaje, pero era más por prevenir posibles averías que por necesidad, porque tira mucho más", afirma. El sierense, en todo caso, tiene claro que no volvería a embarcarse en una aventura como esta: "Tengo claro que habría que prepararlo bien, reservando sitios para dormir y calculando bien las etapas. Hubo tres noches que yo dormí en el coche, y el resto en hostales de las afueras, y es duro. Pero lo más importante es no ir solo", sentencia.