"De cada 1.000 caballos igual puede fallar en uno". Con esta vehemencia defiende el alemán Thomas Brande, responsable del equipo técnico que cronometra y gestiona las pantallas Longines, el sistema de medición del tiempo de cada recorrido en Las Mestas. "Es un infalible", defiende. Con 14 ordenadores y media docena de ayudantes, Brande se encarga de toda inscripción en los dos luminosos que muestran la información a ambos lados de la pista. El nombre del jinete o amazona y su montura, el país y el resultado de derribos y tiempo. También, vía computadora, se proyecta la bandera a toda pantalla del país de origen del ganador de la prueba e incluso la publicidad de las marcas patrocinadoras. Un trabajo sencillo por el bagaje acumulado que requiere máxima concentración y comunicación con los jueces, en dos momentos. Uno al inicio, que tras el toque de campana pone en marcha una cuenta atrás de 45 segundos que se tiene para iniciar el recorrido.

El sistema se activa por dos sensores dobles, ubicados en pista ante el primer obstáculo y tras el último esfuerzo del recorrido. "Tenemos nuestros programadores, evolucionamos el sistema cada seis meses y tenemos la confianza de muchos profesionales; los mejores jueces piden nuestro sistema porque somos muy precisos, no hay fallos y eso da mucha seguridad", presume Brande. El sistema calcula hasta cuatro dígitos después de los segundos, hasta las diez milésimas, aunque la normativa europea sólo exige hasta las centésimas. Si llegara el temido fallo, prevalece el cronómetro manual, no tan riguroso. "Eso sucede en todos los deportes", se excusa Brande. Pero también avisa que su hombre en pista "tiene buen ojo con el cronómetro".