Aunque la burra se vista de seda... burra se queda. Las localidades sierenses de Ordiales y Muncó despidieron ayer las fiestas de la Purísima y San Roque con una singular gymkhana en la que se mezcló un concurso de disfraces con la tradicional carrera de pollinos, todo ello condimentado con una serie de pruebas a cada cual más disparatada: comer milhojas sin manos, atrapar con la boca un plátano de un balde lleno de agua y harina, beber un refresco sin manos, pinchar un globo con un palillo cogido por los dientes y cabalgar de espaldas.

Si las pruebas fueron divertidas, el prólogo, con los varios grupos de participantes escenificando un pequeño entremés en relación a su disfraz, fue hilarante. Un grupo de niños y adultos, disfrazados de piruletas, se ganó los mayores aplausos entre los asistentes y el resto de participantes. "Empezamos a preparar los disfraces por los carnavales, porque queríamos que los niños comenzasen a participar también de la fiesta y de esta tradición", explica Patricia Agüeria, que encabezaba la dulce comitiva con el burro "Zapatero".

También obtuvieron el favor del público los jóvenes Saúl Begega, Enol Ordiales, Ramón Suárez y Diego Sánchez, que recrearon su particular "Descenso a Muncó" en canoa. "Somos todos piragüistas, del club Kayak, y se nos ocurrió hacer algo relacionado para las fiestas", especificó Diego Sánchez.

Aunque quizás las mayores carcajadas la cosechó un grupo de vecinos de la localidad que fabricó un billar humano. Las bolas eran paisanos con chubasquero verde y gorro de natación, salvo la número ocho, que era un pollino al que, al final de la partida, la blanca pegaba un cabezazo.

A este "Billar Muncovita" no le faltaba de nada: un descomunal triángulo servía para ordenar las bolas y los dos jugadores, Winston y Charlie, incluso podían mejorar el agarre de sus tacos frotándolos contra una tiza humana. Claro que tampoco servía de mucho, pues las bolas, regadas en abundante cerveza, hacían efectos extraños.