Ricardo García Vilanova (Barcelona, 1971) es fotoperiodista, aunque la mejor definición de lo que hace es fotógrafo de guerra. Estudió fotografía en la universidad y luego hizo un Erasmus en París. Comenzó haciendo fotografía de tema social y publicidad "para poder pagar viajes" hasta que dio el salto a lo que quería dedicarse: los conflictos. El primero fue en los campos de refugiados de Tindouf (Argelia), al que sigueron estancias en Haití, Afganistán, Libia, Siria e Irak. Los principales rotativos del mundo han publicado sus fotos. Desde Basora, la ciudad recientemente liberada por las fuerzas gubernamentales iraquíes de manos del Estado Islámico, aterrizó ayer en Asturias para participar en el 21.º Encuentro Internacional de Foto y Periodismo "Ciudad de Gijón" que se celebra en el marco de la "Semana negra". Premio Bayeux de corresponsales de guerra, Ricardo García Vilanova participará mañana en una mesa redonda titulada "De Irak a Siria". Hace años estuvo secuestrado por el Estado Islámico.

- ¿Por qué se decidió a tomar una cámara y viajar por el mundo retratando el horror?

-Fue una evolución. Al principio me dedicaba a la fotografía humanista a nivel de refugiados, y de ahí pasé a los conflictos.

- ¿Cuántos conflictos pisó ya?

-No tengo ni idea, pero por lo menos unos quince, lo que pasa es que cuando trabajo un conflicto lo hago de forma continuada. Por ejemplo en Siria llevo cinco años, en Afganistán estuve cuatro, en Irak llevo ahora tres, en Libia estuve el año entero que duró la revolución y sigo yendo. Voy intentando hacer un seguimiento de los conflictos donde voy.

- ¿Qué pretende fotografiando conflictos?

-Cada uno tiene sus motivaciones, pero lo principal es tratar de explicar lo que sucede. Hay una parte que va implícita, que es denunciar y exponer lo que son esas problemáticas. Al margen tienes aspectos paralelos, como poder ver la historia en directo, lo que está sucediendo, también conocer gentes y la parte más buena y más mala del ser humano, la contraposición de que la guerra saca lo mejor y lo peor de las personas es cierto.

- ¿Después de todos los horrores del siglo XX ahora, en el XXI, una fotografía puede conmover aún al público?

-No, soy bastante escéptico. La palabra conmover no es la adecuada, cambiar sería más correcto. Una fotografía puede conmover y al final, si esa fotografía conmueve a una parte de la sociedad, la sociedad puede generar cambios. Esa es la parte importante, creo, del trabajo de los fotoperiodistas.

- La guerra saca lo mejor y lo peor del ser humano, ¿lo ha visto?

-Por supuesto, he visto actos totalmente altruistas y todo lo contrario. En un conflicto armado los códigos de conducta que existan en una sociedad normal dejan de existir y básicamente se traduce en gente matándose unos a otros. Recuerdo a un chico en Alepo, en 2012, que intentó salvar la vida de un niño que estaba atrapado en una calle que estaban bombardeando desde helicópteros, y lo pagó con su vida, murieron los dos. Es algo chocante dar la vidapor alguien que no conoces de forma altruista.

- ¿Ha mirado a la muerte de cerca?

-Bueno, como espectador, claro, estás ahí y lo ves.

- ¿Estuvo en riesgo de muerte?

-Los riesgos son inherentes a la profesión y todos hemos tenido algún susto.

- ¿Cuánto tiempo estuvo secuestrado por el Estado Islámico?

-Unos siete meses.

- ¿Le sirvió esa experiencia?

-La verdad que a nivel de experiencia claro que te sirve, ves el funcionamiento de todo a nivel interno, pero como experiencia de un periodista no me parece relevante y no hablo de ello en las entrevistas. El periodista nunca es noticia y lo que me ocurrió fue en contra de mi voluntad y forma parte de mi trabajo.

- ¿Pero le ayudó a entender mejor el conflicto?

-Lo que me ayudó a entender el conflicto fueron los cinco años que estuve en Siria y ver la evolución que ha tomado ese país. Recuerdo a gente que al principio tenía unas ideas muy claras y muy definidas y que con el paso del tiempo fueron cambiando a raíz de que la comunidad internacionaol y la Liga Árabe no se involucraron lo suficiente para proteger a los civiles y los grupos extremistas radicales fueron penetrando.

- ¿En Europa tenemos buena información de lo que sucede?

-El gran problema es que ahora se ha generado básicamente una manipulación total. Todo se reduce a El Asad y los terroristas, y no es así, hay diferentes opciones, como al principio. Entonces había chiitas, sunitas, kurdos y cristianos que luchaban juntos contra el Gobierno, pero todo se fue trasformando en una guerra sectaria, que es lo que es ahora básicamente, al margen de las ingerencias de muchos países que tienen sus intereses.

- ¿Un conflicto se cuenta mejor en blanco y negro o en color?

-Normalmente trabajo en color, el blanco y negro está muy bien, pero no transmite lo mismo, al final todos vemos en color y, al final, la fuerza del color es lo que te da también ese mensaje de poder contar lo que sucede. El blanco y negro, en ese sentido, es más abstracto.

- ¿El fotoperiodista de guerra debe implicarse o mantener un cordón sanitario mental?

-Antes que periodistas somos seres humanos y cada uno tiene que hacer lo que le dicte su conciencia en un momento determinado.

- ¿Cómo dejó Mosul, como Berlín en 1945?

-Hay zonas más destruidas y otras menos, incluso intactas, lo que pasa es que las imágenes que se ven aquí son de destrucción.

- ¿Al final que aprendió tras la cámara?

-He aprendido a nivel de lo que es la guerra en sí a ver la maldad de la que es capaz el ser humano y que los únicos inocentes en los conflictos son los civiles, que son los que pagan siempre el precio más alto.