El ajetreo gijonés sigue sin detenerse; aún sin haber superado la resaca del festival Metrópoli y todavía con la "Semana negra" en pleno apojeo, un evento más pegó ayer su cañonazo de salida en la ciudad, esta vez dedicado a los amantes del lúpulo. La sexta edición del Oktoberfest ya se encuentra inundando la plaza de toros de El Bibio de buena cerveza y ambiente alemán, en una fiesta que se prolongará hasta el día 23 de julio.

Puede pronosticarse además, que esta nueva edición del festival cosechará un éxito igual o superior al obtenido en ediciones anteriores, al menos viendo la afluencia de personas que se agolpaban el día de inauguración en la entrada del coso taurino. Antes incluso de que éste hubiera abierto sus puertas ya había quien aguardaba para poder pasar el primero al recinto, como si de la cola de un concierto de los Rolling Stones se tratara. Es el caso de Álvaro Sánchez, quien declaraba que a la fiesta del "Oktober" en verano "nunca fallo, y si puedo venir cuatro veces, vengo las cuatro. La cerveza me encanta, así que para mí este es el mejor festival que puede haber en Gijón".

Pero el Oktoberfest no es solo un evento para amantes de la cerveza. Rosa María Meilán, otra de las asistentes más puntuales, comentaba que ella acudía "más por el ambiente y porque se ve gente joven". Además del ajetreo al que se refiere Rosa, esta fiesta aglutina una gran lista de actividades entre las que se incluyen la degustación de comida alemana o la asistencia a un concurso de DJs, que se celebrará este año por primera vez en el festival. El campeonato musical tendrá un premio para los dos finalistas de 500 euros cada uno, y 1.800 para el que resulte elegido ganador. Todos los asistentes podrán hacer de jueces del concurso, además de optar a premios cada día, entre los que se incluyen viajes en moto de agua, o bautizos de submarinismo.

Respecto a la variedad de cervezas, el festival mantiene sus marcas habituales de años anteriores, al igual que sucede con los precios. Una carta para que todos puedan disfrutar de este elixir dorado, como es el caso de Victor Manuel Rotella, que aunque dice venir más por el ambiente que se vive en el festival también afirmaba su preferencia por las variedades tostadas, "aunque yo soy más de sidra, pero la cerveza gústame también"; o de Iván Alberto Alonso habitual de todos los años para degustar una buena pinta de Foster.

Además de la variedad de cervezas, la fiesta germano-gijonesa tiene un horario para todos los públicos, ya que se mantendrá abierta todos los días a partir de las siete de la tarde, para que los más vespertinos puedan disfrutar de una caña. Los diecisiete locales que participan servirán jarras llenas de nuestra espumosa protagonista hasta la una de la madrugada, las dos si se trata de viernes o sábado, para que los gijoneses y visitantes decidan si quieren empezar o terminar allí la noche, según se tercie la ocasión.

Así que ya lo saben; cualquiera que pueda acercarse estos días a la plaza de toros, además de notar el agridulce olor a cerveza inudando sus inmediaciones, también podrá percibir el sonido de los brindis, las risas y de la música. Toda una celebración para recordar que hace falta mucho más que unos días de lluvia para acabar con el verano gijonés.