Con gafas de sol, sombrero y la camiseta blanca que nunca falta a la cita. De esa guisa se subieron ayer a los autobuses con destino al Carmín cientos de gijoneses a que tampoco este año quisieron perderse la gran romería. Para ir sobre seguro, muchos son los romeros que se apuntan al transporte público. Ya sea en autobuses contratados a escote pericote por grupos de amigos -para tener garantizada la vuelta organizada y tener hasta dónde dejar las bolsas de la merienda para seguir la fiesta de madrugada-, o en las líneas regulares Gijón-Pola reforzadas ayer hasta el cansancio, desde las once de la mañana hasta bien entrada la tarde. Ángela Ruiz fue ayer una de las ocupantes del autobús de Mariano que para en la plaza de Europa. En su caso, su ruta era desde Madrid al Madrid. "He venido a pasar el verano en Gjión con mi primo y ha coincidido con esta fiesta, así que para allá vamos", asegura la joven. Su primo, Rubén Santiago sostiene que el Carmín le va a gustar tanto que "va a querer repetir en más ocasiones".

Los jóvenes esperaban la salida del autobús resguardados a la sombra del centro de salud Puerta la Villa. "Recuerdo que el año pasado hizo demasiado calor y yo me quemé entera", desvela Marta González, otra pasajera, quien también apunta que la jornada se presenta "asfixiante". González va acompañada de su amiga Sara Zapico, que dice no perderse ni una quedada del prau de La Sobatiella. "Es nuestro cuarto Carmín consecutivo y es nuestra fiesta favorita por el buen ambiente y el buen rollo que siempre reinan", afirma. Como reina la sidra y los botellones, esta vez permitidos, "para hacer frente al calor", según indica Alejandro Martínez.

La camiseta blanca se ha popularizado entre los asistentes a la festividad. Los jóvenes escriben sobre ella mensajes graciosos y chistes. "Si te gusta el agua, entonces te gusta el 70% de mí", escribieron dos amigos. Y en el Carmín iba a ser un suma y sigue de mensajes.