La sexta edición del Arcu Atlánticu gijonés calienta motores por las calles de Cimavilla y del centro. Alrededor de una veintena de puestos gastronómicos rinden culto a las regiones hermanadas por el mar tratando de ganarse a los transeúntes a través del paladar. "Traemos desde fabada o fabes con setas, hasta segundos platos como el pitu con cebolla confitada", indica Gema Fuentes como demostración de la variedad de productos que se ofrecen en este aperitivo del festival de lenguas minoritarias que comienza la semana que viene.

Los alimentos que se venden durante este fin de semana en estos tenderetes vienen con un lema aprendido de la cocina: elaborar la comida con tan solo tres ingredientes. Producto, conocimiento y tiempo. Así lo concibe José Luis González, otro de los productores, quien reconoce ser "muy obsesivo con la fabricación". "No le echo ningún tipo de producto químico", afirma.

A este primer plato del Arcu Atlánticu se suma la gastronomía portuguesa presente en el Campo Valdés. La delegación lusa acompaña sus alimentos típicos con sus productos artesanales, como bolsos o pendientes. Los portugueses traen directo de sus fogones pastel de bacalao, bolo de almendra, queso o jamón, entre otros. La feria acerca a las mesas de Gijón suculentos platos como anchoas, panes artesanos, bonito, o incluso helado, e inaugura su nueva temporada con este sinfín de manjares. Porque las lenguas minoritarias también se saborean. Y se relamen.