No hay concierto sin público, la música en directo capta la atención al instante y logra reunir a la gente en grupo (más o menos numeroso) hasta que el sonido cesa y el ambiente vuelve a la cotidianidad. Lo estamos comprobando estas semanas en Gijón, con los numerosos conciertos que se celebran en la calle. Sin embargo, hay recitales con un significado especial, ocasiones en las que los astros se alinean para que surja la magia en torno a la música y el concierto sea perfecto. Esto es lo que sucedió ayer en la sesión vermú que protagonizó "Pauline en la playa" en la terraza del bar La Plaza. Este local lleva veinticinco años ejerciendo de punto de reunión de la escena musical, ha visto crecer a varias generaciones de músicos, y para las hermanas Mar y Alicia Álvarez (como para muchos otros artistas de la ciudad) ha sido una segunda casa.

El pop de las "Pauline" reunió a más de un centenar de personas de todas las edades en uno de esos días de verano que no acaba de abrir, a pesar de la brisa. La música empezó a fluir con "Tormenta de ranas", creando al instante una atmósfera sonora cálida: los giros armónicos y melódicos, los arpegios, los acordes abiertos, la melódica? todo encaja con naturalidad en la música de este dúo. Siguieron con "Elástica", un prodigio de prosodia y derroche de talento en el manejo de la musicalidad del lenguaje, igual que la siguiente, "Todo para ti", donde el fraseo desafía el pulso regular del compás ternario. La carrera de "Pauline en la playa" es larga y se ha forjado sin prisa pero sin pausa, siempre con las manos en la masa (como las "Vainica doble"), cociendo los temas a fuego lento y con los ingredientes precisos. En sus canciones se respiran multitud de estilos y lenguajes musicales bien asimilados y letras cuidadas, cargadas de cotidianidad y sin un ápice de banalidad.

Hubo mención explícita a La Plaza en la letra de "Rumbo al norte" y dedicatoria al grupo gijonés "Nosoträsh" (con algunas de sus componentes entre el público) en "Lloran mis muñecas". Sonaron canciones de toda su carrera: "Quién lo iba a decir", con su prolongada escala (más bien escalera) ascendente en el estribillo, "El mundo se va a acabar", canción pop simplemente perfecta. Pero también hubo temas nuevos, como "La mujer barbuda", con un interesante clima de disonancias en la guitarra. El cierre fue emotivo, con una versión de "Fading to you" a lo Jarvis Cocker dedicado a Carmen de "El guetu", otro de los bares fundamentales para los músicos que crecieron en aquel "Xixón Sound" de los noventa, muchos de ellos entre el público.

El concierto fue también un reencuentro, una celebración generacional, y un reconocimiento al alma de La Plaza, un local en el que se idearon infinidad de proyectos musicales, y que ha sido testigo del crecimiento artístico de las hermanas Álvarez, primero con "Undershakers" y luego con "Pauline en la playa".