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Javier Cansado, humorista, locutor de radio y media naranja de Faemino y Cansado, que actúan en Gijón

"El español es un poco angustioso y paranoico"

"En treinta años de profesión hemos mejorado hasta la mente; como diría Santa Teresa: 'Es un camino de perfección'"

Carlos Faemino -a la izquierda- y Javier Cansado.

"Al borde de la jubilación", el inseparable dúo humorístico Faemino y Cansado, de 57 y 60 años de edad respectivamente, vuelven este viernes a Gijón, al teatro Jovellanos, escenario sobre el que se hicieron con uno de sus primeros éxitos. Llegan dispuestos a rememorar un estilo que ha sabido mantener el tipo durante treinta años de profesión, cuando apenas empezaban con sus primeros números en el parque del Retiro de Madrid y se hacían oír en pequeños bares de la capital. Porque como bien titula su espectáculo, "Quien tuvo, retuvo".

- Suena a vuelta a los orígenes?

-No es una vuelta a los orígenes porque nunca los hemos abandonado. La cuestión es que estamos a punto de la jubilación (entre risas), en la edad provecta. Y cada vez que enfrentas un espectáculo nuevo no sabes si tus intereses o lo que te motiva, todavía tiene vigencia, por eso siempre lo encaras con un miedo de narices. Nosotros siempre hemos ido probando los números en la sala Galileo de Madrid, para ver si funcionaban, y efectivamente siempre han dado fruto. De ahí el título que se le ocurrió a Carlos.

- ¿Y cuáles son los temas que más les interesan a ustedes?

-El humor es algo muy generacional, aunque no lo parezca. Con los humoristas con los que tú creces es con los que mejor te identificas, por eso en nuestro caso nos cuesta trabajo que la gente joven se incorpore a nuestro estilo. La ventaja es que siempre hemos seguido la misma línea, nos gustan los chiste de realismo-surrealismo, de cosas muy absurdas pero con planteamientos muy cercanos a la vida diaria, cercanos a todo el mundo. Jamás hablamos de actualidad, salvo en alguna improvisación, pero nunca en el guión. Eso es lo que hace que después de 30 años nuestros guiones sigan teniendo vigencia.

- ¿Pero no han cambiado Faemino y Cansado en 30 años?

-Intelectual y creativamente somos los mismos, pero hemos mejorado en conocimiento de la profesión, en ritmo, y ese tipo de cosas. Yo he mejorado hasta la mente. Como diría Santa Teresa "es un camino de perfección". Lo que realmente ha cambiado es el nivel de humor en España, es maravilloso, imbatible. Hace 30 años si hacías una mención un poco subida de tono, como una mención somera al Rey, la gente se agobiaba y se cortaba, de verdad. A partir de ese nivel de provocación mínimo, que comparado con lo que se hace ahora nosotros somos sólo niños, se ha conseguido preparar al público en todos los sentidos. Me siento plenamente orgulloso de la nueva generación de cómicos y cómicas.

- ¿Cree entonces que la gente se toma la vida con el suficiente humor?

-Creo que no. El español es por regla general un poco angustioso y paranoico. Nos gusta eso de hacer algo de daño, ser un poco malotes. Es un porcentaje mínimo, pero se ve en las redes sociales claramente, donde hay gente que va directamente a herir. En España no existe la percepción de que la vida es bella o de que, aunque sea u una mierda, me voy a decantar porque pueda ser maravillosa. Sin embargo, y paradójicamente, el sentido del humor y la risa está muy presente, somos el país que afrontamos los problemas riéndonos de ellos en vez de encarándolos, y así nos va, que nunca solucionamos nada.

- ¿Cómo se pasa el trago de no conseguir la carcajada del público después de contar un chiste?

-Fatal, afortunadamente ya no suele ocurrir. Cuando nos pasaba nos desmoralizábamos mucho y claro que muchas veces pensamos en dejar la profesión. La pesadilla del humorista es estar en un auditorio y que la gente no se ría. Incluso con frases que sabes que el público se ríe de narices, un día la dices mal o algo simplemente no funciona y no se ríen, y te quedas chafado.

- ¿Qué os motivaba en esos momentos a seguir intentándolo?

-El hecho de ser dos; siempre nos hemos apoyado el uno al otro y nos hizo seguir una línea férrea. Si un día estás deprimido, el otro te saca del atolladero. Cuando salimos en televisión tuvimos muchos cantos de sirena y proposiciones para hacer programas más asequibles como "Nocheviejas", cosa que nunca quisimos.

- ¿Qué se aportan el uno al otro?

-Somos aparentemente muy diferentes. La puesta en escena de cada uno es distinta. Yo soy más verbal y Faemino más gestual. Viendo a los clásicos, yo sería el payaso cara blanca, y Carlos haría más de "clown" el payaso. Aunque luego no siempre es así porque cambiamos. Pero también es cierto que cuando nos hemos equivocado en algún sketch ha sido por cambiar los papeles, yo he hecho de tonto, y Carlos de listo, y eso nunca funcionó.

- ¿Hay algo que no le haga absolutamente nada de gracia?

-Como a todos, no me hace ninguna gracia la política. La encontramos (Carlos y yo) tan refractaria, que no me gusta nada.

- ¿Nunca se ha reído con un 'meme' sobre el contexto político español?

-Prefiero antes uno de Julio Iglesias que el de un político. No soy muy refractario, no sé cómo explicarlo. Ver el icono de un político, sea quien sea, ya me pone en guardia. El humor político es nuestro país es de izquierdas o de derechas, o sea, una bazofia.

- ¿Alguna vez se ha arrepentido de haber hecho un chiste que considerase inoportuno?

-Bueno quizás porque fuera malo, pero ideológicamente no. Y aunque sean chistes malos, yo me río con ellos porque me han hecho aprender y mejorar. Estoy satisfecho en ese sentido, todavía puedo mirar a los ojos a mis hijos y estar orgulloso. Más de una metedura de pata seguro he tenido, pero yo soy muy superficial y es posible que lo haya obviado. Me gusta mucho vivir y ser positivo.

- ¿Cuál es el proceso que lleváis a cabo para escribir un guión?

-Hay un parte árida y dura que es el guión y podemos pasarnos un año entero haciéndolo. Carlos y yo nos vamos a una casa de Soria, nos encerramos y dejamos que aparezcan toda la lluvia de ideas a la que luego damos forma y tamizamos una vez llegamos a casa. Somos muy creativos, aunque luego escribamos bazofia. Cuando un número ha pasado ya varias cribas, lo probamos en Galileo y si ahí responde, lo insertamos en otro número, hasta que logremos tener un espectáculo completo. Pero siempre tenemos de antemano un número que funciona, asegurado. Ya somos mayores y se nos permite.

- ¿Cómo es actuar en un sitio como Asturias?

-Uno de nuestros primeros éxitos fue en el teatro Jovellanos, y nos quedamos tan entusiasmados que hicimos un número en homenaje imitando al enciclopedista, que estrenamos allí. Nos sentimos muy respaldados, la gente responde bien.

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