Son jinetes pequeños. Algunos, muy pequeños. Pero se manejan a la perfección a lomos de los ponis. Toman las riendas del animal y no tienen ningún miedo a caerse de él. Ayer eran seis los participantes que disfrutaban de lo lindo en uno de los cursos de equitación en ponis -ofrecido por el Patronato Deportivo Municipal-. Era subirse al caballo y se les cambiaba la expresión. Invariablemente, una sonrisa se dibuja en sus caras. Encima del animal se sienten "más libres". Así lo muestra Alicia Márquez, que lleva ya tres años practicando esta actividad. La experiencia es un grado y para ella controlar al poni "es un poco más fácil que para el resto". Cuando acaba la clase los pequeños dirigen a los ponis a la cuadra. "Como se ha portado muy bien le llevo unas zanahorias, se las ha ganado", dice la niña. La sensación que siente cada vez que el potro comienza a trotar es única. "Es como si tuvieras algo más", indica. A la joven Márquez le falta una cosa por hacer: montar a caballo. "Es algo que me gustaría, porque nunca lo he probado", apunta. Aunque de momento se queda con el poni "porque es más pequeño y más mono".

Alan Abreu, de seis años, es otro de los que está encantado con la actividad; le gusta mucho. La de ayer fue la cuarta vez que se subió a un poni. "La primera fue un poco difícil, pero hoy ya fue más fácil". A pesar de ser tan joven, Abreu afirma no tener miedo cuando el animal trota y coge velocidad porque "me agarro con fuerza" a las bridas. Al final de la clase y después de tanto esfuerzo el animal se detiene a reponer fuerzas y desobedece las órdenes de Abreu de volver a la cuadra. "Está cansado después de todo el trabajo que ha hecho", insinúa Aixa Mata, que también ha podido aprender la monta sobre estos animales este verano. "Para mí es muy fácil", explica dicharachera la niña, de cinco años. Mata es una de las más pequeñas del curso; de hecho, está en el límite de edad de un cursillo al que se pueden apuntar escolares hasta los 11 años. La pequeña Aixa espera ya a la próximo oportunidad para subirse de nuevo al poni, en la que es "mi actividad favorita del verano", manifiesta.

La actividad tiene lugar en el Club Hípico Astur (Chas) los lunes y miércoles de julio y agosto. Fernando López, encargado en el club, explica que a la experiencia hípica con los ponis va cogiendo tirón entre los más pequeños y a pesar de la limitación de edad este verano "ya hay 40 niños inscritos", un número significativamente mayor que para los cursos de equitación a caballo, donde hay 17 interesados", apunta López. Si a los críos les viene de lujo la actividad, también es interesante para el Chas, "para darnos a conocer" y relanzar un centro que intenta mirar a un nuevo futuro saliendo de su crisis pasada. "Es bueno, puesto que algunos de los niños que prueban y les gusta se quedan y se apuntan a nuestras actividades", señala López.

Los talleres ofertados van más allá de la equitación. Los monitores del Chas también tratan de enseñar a los alumnos a cuidar y hacer que los animales se sientan lo mejor posible. "Nos parece muy importante que los pequeños sepan cuáles son los cuidados que necesitan estos animales, como por ejemplo, cómo se deben cepillar". Porque no todo va a ser jugar.