El empedrado de la plaza de la Soledad, en Cimadevilla, ha vuelto a acoger algunos de los signos de presencia infantil en las calles que la mayoría ya contaban como totalmente desaparecidos: un cascayu pintado con tiza en el suelo, circuitos de estacas o el sonido de guijarros que chocan contra las piedras.

Durante estos días de Arcu Atlánticu la explanada de la Casa del Chino acogerá a todos los pequeños y mayores que quieran acercarse para reconectar con algunos de los juegos que la tecnología y las innovaciones han dejado a un lado. Ayer, a mediodía, unas niñas aprendían las normas para disputar una carrera de payones, que en su caso terminó con empate.

"No había jugado nunca a ninguno de los juegos, solo al de la rana pero son muy divertidos", aseguraba Ainhoa González de 8 años. Ángeles Rodríguez, una de las encargadas de organizar estas jornadas de juegos tradicionales contaba que "hay juegos para niños pero también los haya para adultos, así que cualquier persona puede atreverse. Tenemos tanto juegos de tablero, que no se ven mucho por ahí, como piedritines, tabes o les rayes como otros juegos más típicos como la carrera de panoyes, la rana o el cascayu y algunos más desconocidos como el de la estaca, que ya casi nadie recuerda". El Arcu sí que se acuerda.