El teatro Jovellanos se estrena este verano como sala de arte. La sala ideal para reencontrarse con lugares y momentos singulares de la ciudad -desde el Palacio de Revillagigedo, a la estatua del rey Pelayo o los fuegos de Begoña- que celebran a la vez el Gijón más veraniego y festivo, y también el afán artístico de un pintor, M. Mario, nombre artístico de Maximino Mario García, que llegó tarde a los pinceles pero les ha sacado todo su jugo.

"Pensé que la mejor forma de retirarme de mi carrera como pintor era haciéndole un homenaje a mi ciudad y a Asturias", cuenta el autor al referirse a la colección exclusiva que se muestra en el Jovellanos. Bajo la fórmula de óleo sobre lienzo bastidor, el artista ha reproducido monumentos históricos bajo el prisma de la abstracción que siempre domina su obra. LLena de elementos geométricos y colores planos, sin ningún resalte. La colección iba a componerse en principio de 20 lienzos pero "después de dedicarle tanto tiempo como le dediqué, me agoté, y se quedaron en 18" relata el artista. Y todo porque en opinión de Mario García, la empresa en la que decidió meterse fue "una obra faraónica a la que he dedicado un total de 7.500 horas en los dos años de su producción".

Eso incluye la recopilación de muchos detalles y curiosidades de las obras a pintar que tampoco ha querido que se pierdan y están recopilados en su libro, "Gijón, en abstracción geométrica". Un ejemplo: "La farola de plaza mayor fue construida por la firma catalana, Colomer Nouparc, un dato que ni siquiera estaba publicado en el libro de la `Iluminaria de Gijón´", cuenta.

Su técnica se acerca a la denominada abstracción geométrica, donde líneas verticales y horizontales, están mezcladas con elementos reales, todo bajo una perspectiva "muy subjetiva" y con un trabajo, "hecho al detalle. Porque soy muy exigente conmigo mismo", declara. Su estilo, propio del arte abstracto, ha sido señalado por otros en la senda del gran cubista, Juan Gris. "Yo antes era un inculto de la pintura y no le conocía hasta que me dijeron que mi estilo recordaba al suyo. Pese a todo, yo creo que mi pintura es muy diferente", aclara M. Mario.

El pintor gijonés ya apuntaba maneras en el mundo artístico desde infante, cuando a sus diez años todos los viernes pasaba la hora del recreo subido a una banqueta pintando el evangelio en el encerado de la escuela con tizas de colores. "Mi pasión siempre fue la pintura, pero era un época en la que los profesores no informaban y los padres tampoco preguntaban", asume. No sería hasta sus 50 años, cuando empezó a pintar más asiduamente. Una etapa que dio comienzo a una creación total de 80 obras más: "estas sí que son pura creación, y en la que realmente se ve mi estilo y la evolución del mismo", explica. Algunas de ellas estarán a disposición del público en septiembre en el Centro Municipal de La Arena, donde confiesa será: "la última parada de su carrera artística".

Ahora en verano lo que toca es disfrutar de su forma singular de ver e interpretar la ciudad, en un espacio tan exclusivo como único.