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La mina abandonada de Avilés

la asturias escondida - Un pequeño y olvidado yacimiento de hulla en la margen derecha de la ría, explotado en la década de 1920, constituye la única muestra de industria carbonera localizada en la Villa del Adelantado

La mina abandonada de Avilés

Esta historia parte de una anécdota personal. Hace ya unos cuantos años, por estas fechas, quien esto escribe pasaba los veranos en un pueblo de Zamora. Y un día, en aquellas mañanas de río y juegos en pandilla, una señora que sabía que había varios asturianos entre la chavalería, nos repetía "venga, ir a disfrutar del aire libre, que allí en Avilés lo tenéis todo contaminado por las minas (sic)". Suele decirse que la ignorancia es atrevida, y en esas estábamos, riéndonos por lo bajo de aquella mujer que oía campanas sin saber dónde. Pero fue un pariente mío, ya octogenario, quien al volver a casa y contarle esta anécdota, me vino a recordar de nuevo y por partida doble que la ignorancia -la propia, sobremanera- es atrevida. Porque aunque a aquella mujer del Órbigo le sonase igual Hunosa, Ensidesa, la cuenca o la costa, lo cierto es que en Avilés, en el siglo XX, también existió minería. Y de carbón. Aunque en aquel momento llevase más de 60 años cerrada y muy pocos, igual que ahora mismo, recordaran su existencia.

Rascando un poco la superficie, la historia de la mina abandonada de Avilés sale a la luz. Aunque para ser exactos, el pozo, o lo que queda de él, no está en Avilés, sino en San Juan de Nieva (Gozón). Ahora bien, su emplazamiento se sitúa al borde mismo de la ría avilesina, en su margen derecha, y desde allí se puede ver la ciudad con total claridad, haga sol o niebla, tanto de día, como de noche? porque está al lado: menos de 300 metros en línea recta lo separan del puerto de la villa. Lo suficiente, no obstante, para que parezca lejano no solo en el tiempo sino también en el espacio ya que esta zona, a diferencia del lado opuesto de la ría, permanece en un segundo plano de interés público que no hace justicia a las muchas sorpresas y bellezas que esconde.

El comienzo de esta historia arranca en 1915, cuando la Real Compañía Asturiana de Minas se ve obligada a cerrar la explotación hullera de Arnao, situada en plena línea de costa en Castrillón. La repetida y cada vez más seria aparición de vías de agua en las galerías, unida a diversos problemas de orden económico y laboral, terminaron con este capítulo pionero de la minería moderna en Asturias. Clausurado su principal activo, la empresa comenzó a investigar las posibilidades de aprovechamiento de mineral en la comarca, detectando una ramificación de la misma veta de hulla situada a unos cuatro kilómetros hacia el noreste, en la península de Nieva.

Los ingenieros localizaron esta pequeña mancha, que ya había sido tímidamente explotada alrededor de 1916, mediante el sistema de chamizo. Aquellos eran los tiempos de la Primera Guerra Mundial, cuando España, como país neutral, se beneficiaba de las exportaciones a buen precio de materias primas a los bloques en conflicto. La guerra acabó, corrió el tiempo y en 1924, finalmente, se emprendió la explotación en firme del yacimiento. Fue un proceso corto: los trabajos de la Real Compañía dieron comienzo el primero de abril, y concluyeron oficialmente siete meses después, el 31 de octubre. En este tiempo, se perforaron cerca de cien metros de galería, partiendo del chamizo previo, y se alcanzó una profundidad en pendiente máxima de apenas nueve metros. En cuanto al mineral hallado, pronto se constató la poca viabilidad de la veta. Según publicó el Ingeniero de Minas Ignacio Patac y Pérez-Herce, uno de los referentes en el estudio de la geología económica asturiana, se hallaron varias capas de mineral, de espesores irregulares pero poco potentes, oscilando entre el medio metro y los quince centímetros de hulla. Las galerías, un total de seis, no fueron demasiado profundas: tres metros la más corta, veinte la más larga, partiendo de una única bocamina que hoy permanece cubierta de maleza, en un montículo situado entre El Arañón y el Emballu. El cierre llegó, como se ha dicho, en el otoño de 1924, y, el pequeño pozo de la península de Nieva no volvió a ser explotado desde entonces. El bajo volumen del mineral extraído y su escasa rentabilidad, junto con la necesidad de emplear a los mineros en otros yacimientos de la compañía, terminaron definitivamente con los trabajos allí acometidos.

A día de hoy, salvo pequeñas y esporádicas referencias en bibliografía especializada, la mina abandonada de "San Juan de Allá" solo consta en los mapas geológicos como una escueta referencia señalada con su respectiva notación científica que, para los expertos, se traduce en una pequeña mancha estefaniense de hulla en la península de Nieva. Para los neófitos, queda como la única mina moderna que, como otras tantas cosas en Avilés, pudo haber sido y no fue. Con el agravante de haber caído en un olvido casi total, quizás por injusta comparación con otros pozos asturianos, reduciendo su existencia a la mera anécdota. Un capítulo más de una historia que, en general, redunda en que la margen derecha de la ría sigue siendo, tanto para los avilesinos como para los foráneos, una zona por descubrir que, en este caso y nunca mejor dicho, queda a tiro de piedra de la villa. Es de esperar que nuevos proyectos como el Centro de Interpretación del Cañón Submarino o la utilización del Faro de Avilés como recinto para actividades culturales sirvan de acicate para recuperarla.

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