El Descenso del Sella es un filón para los hosteleros de la localidad de Ribadesella. Así lo confirman los dueños de establecimientos en la zona. "Las ventas se multiplican por cinco durante los días previos y la jornada del Descenso. Es una inyección que nos viene muy bien, eso no se puede negar", afirma Julio Gutiérrez, dueño de una cafetería en plena Gran Vía de Ribadesella. Para Gutiérrez "no existe queja posible a pesar de lo que se diga por ahí. No creo que esté descontrolado, incluso diría que este año hay menos gente que otros".

La enorme afluencia de clientes en los establecimientos "viene como agua de Mayo", añade Gutiérrez, que además señala cuáles son los productos que mejor salida tienen. "El pack esencial está compuesto por cerveza, sidra y bocadillos. Lo pide todo el mundo, la gente no se sienta tanto a comer de plato, ni a tomar una copa de vino o un café".

Los restaurantes con más tradición tampoco se muestran a disgusto, ni mucho menos, con la oleada de visitantes que llegan al pueblo durante estos días de fiesta. "Veo que la fiesta está yendo incluso a mejor con los años. Hace tiempo era bastante más complicada, la gente actuaba de formas menos lógicas", subraya Susi Mier. Su establecimiento, especializado en tapeo tradicional asturiano es uno de los que durante el año recibe un mayor clientela, y por ello prefieren cerrar el día del Descenso. "Llevamos 35 años muy trabajados y nos va bien así. No nos sale rentable abrir ese día porque la gente come más bien de bocadillo y no nos compensa el follón que se monta", explica Álvarez, que también destaca "la vida que este festejo da al pueblo durante unos días".

Las impresiones de los hosteleros quedan confirmadas a simple vista. Pasado el mediodía tanto terrazas como interiores de bares y restaurantes empiezan a verse abarrotadas. Los camareros sirven a altas velocidades tratando de dar respuesta a una demanda que crece según se aproxima las tres de la tarde, punto álgido en que las cocinas casi no dan a basto. "Venimos a comer unos bocadillos de tortilla, pollo o calamares y tomar una cerveza para aprovechar el día antes de que llegue la noche, que seguro será muy dura", cuenta Mónica Pardo sentada en una terraza junto a un amplio grupo de amigas con las que viene desde Madrid al Sella por primera vez.

Esta fluctuación en el consumo terminará mañana, cuando la competición deportiva ponga el broche definitivo a cuatro días marcados por la gran cantidad y variedad de visitantes.