Piragüistas y piragüeros. El deporte y la fiesta se unieron una vez más para catapultar la cita más internacional del asturianismo. Algunos piragüistas ejercieron como piragüeros una vez finalizada la competición deportiva, y hubo algunos piragüeros que no llegaron a ver ni una sola piragua. Otros, en cambio, aguantaron de "doblete", es decir, pasaron toda la noche previa de fiesta, sin dormir, con el fin de acercarse por la mañana hasta Arriondas para ver la salida y retornar de nuevo a Ribadesella para estar presentes en la victoria de sus ídolos.

El riosellano Walter Bouzán y el pontevedrés, afincado en Gijón, Álvaro Fernández Fiuza, después de haber cruzado, invencibles un año más, la línea de meta bajo el puente de Ribadesella tras el disputado porteo de la isla de la Boticaria, fueron agasajados y abrazados por los piragüeros en el histórico barrio del Portiellu. Allí rodó la sidra y fueron recibidos como auténticos ídolos al haber conseguido la hazaña de reinar por octava ocasión en esta prueba que aúna la competición deportiva con la fiesta más identificativa del asturianismo.

Finalizado el acto protocolario de la entrega de premios, y una vez recibidas en el podio las medallas y las monteras piconas que les acreditan como vencedores del Sella, Bouzán y Fiuza cruzaron la carretera hasta el histórico barrio que dio origen a la villa de Ribadesella y donde habitualmente se reúnen los piragüeros a tomar sidra una vez finalizada la competición. Fueron recibidos por amigos, vecinos y familiares que no quisieron perderse la ocasión de fotografiarse con los invencibles del Sella. Mario "Boquera" y "Turra", históricos piragüeros riosellanos, de doblete, felicitaron a los campeones y aprovecharon la ocasión para posar para la posteridad con la pareja de ilustres piragüistas.

El colectivo "Entaina Ribadesella", que vela por la recuperación de las tradiciones en la fiesta de las piraguas, fletó tres autobuses a las ocho de la mañana para trasladarse hasta Arriondas, y también desfilaron por el Portiellu para homenajear a los campeones con sus gigantes de Pinón y Telva acompañados por una gran montera picona que trasladaban bajo palio como en una sevillana procesión de Semana Santa mientras algunos, también de doblete, saciaban la sed de sus gargantas con licor de guindas de Los Serranos, destilado en Ribadesella. Así, todo queda en casa.

Mientras la noche anterior Bouzán y Fiuza daban vueltas en sus cabezas a por donde atacarían el porteo de la isla de la Boticaria, los piragüeros riosellanos disfrutaban, pese a la lluvia, de una nueva edición de la fiesta internacional más asturiana. Muchos de ellos, como manda la tradición, fueron de doblete hasta Arriondas para ver la salida y luego volver a Ribadesella para estar en la llegada. Quienes no llegaron a tiempo para ver la llegada de los campeones fueron las autoridades, los invitados y los pasajeros del tren de las piraguas que habían pagado 42 euros por el billete de ida y vuelta. FEVE demostró una vez más que no es capaz de ser puntual ni en esta fiesta que es su principal escaparate publicitario para limpiar su denostada imagen de servicio público.

Anteriormente, el puente de Ribadesella había sido bloqueado por las fuerzas de seguridad para evitar un posible ataque terrorista impidiendo la circulación de vehículos a motor, y las bicicletas debían llevarse de la mano. Un auténtico lujo cruzar tranquilamente este puente que acostumbra todos los veranos a vivir situaciones de gran riesgo con el peligro que entraña compartir el tráfico de vehículos y bicicletas con peatones, carros de niños y vehículos de minusválidos por sus estrechas aceras.

Después del baño de masas en el Portiellu con olor a sidra, la pareja de campeones compartió mesa y mantel con familiares y amigos en la sidrería El Campanu, ubicada junto al muelle. En este establecimiento, que habilitó una barra en la calle, "Turra", piragüero mayor, pronunció con gran maestría y simpatía, imitando la voz de Dionisio de la Huerta, el pregón de las piraguas que dio inicio a la juerga que seguiría en la calle hasta altas horas de la madrugada. Algunos piragüistas comenzaron entonces a ejercer de piragüeros.