Corre el verano de 1963 y Baby Houseman, una joven perteneciente a una acaudalada familia, se encuentra pasando unas tediosas vacaciones en un lujoso hotel en Catskill, Nueva York. Sin embargo todo esto cambia cuando descubre a un grupo de bailarines, cuyo líder, el carismático Johnny Castle le llevará a cambiar radicalmente su forma de ver el mundo. Además de iniciarla en el mundo del baile.

Cualquier amante del cine romático conocerá este argumento prácticamente de memoria. Se trata de la historia con la que la película "Dirty Dancing" se convirtió en uno de los grandes clásicos del cine y en el icono de una generación.

Incluso ahora, cuando aquel verano del sesenta y tres ha quedado ya tan lejos, la película continúa estando presente y nunca falla el típico grupo que se vuelve loco en las discotecas cada vez que suena "Time of my life".

Esa historia, en versión musical, recibió ayer en Gijón los primeros aplausos. Con los que el público del Teatro Jovellanos premió el esfuerzo de músicos y bailarines de la compañía española que durante diez días, y 17 funciones -a razón de dos pases muchas de las jornadas- recrearán en la ciudad esta icónica película, que horas antes de su estreno se encargaron de presentar sus protagonistas. "Con los primeros golpes musicales ya comienza a escucharse el barullo de la gente, y en los momentos míticos siempre hay aplausos y ovaciones. Es un musical con mucho fanatismo detrás, la gente viene dispuesta a pasarlo bien, a ver algo que ya conoce, con unos personajes que ya quieren", contaba ayer Fanny Corral, la actriz que interpreta a Baby. Tras Madrid, Barcelona, Logroño, Burgos, Jerez y Málaga, ahora le toca a Gijón exprimir el baile.