Con el inicio del verano, los grandes núcleos urbanos de Asturias comienzan a desvestirse de sus habitantes habituales. En Oviedo, el tráfico se reduce y buena parte del éxodo poblacional se debe a la llegada del tan esperado período de vacaciones estivales que, sin embargo, algunos trabajadores viven un poco a destiempo. "Ay... En esta tienda, hasta octubre o noviembre no se oye hablar de vacaciones", expresa Elizabeth Suárez desde la tienda de golosinas que regenta en la Plaza de Porlier.

La mayor afluencia de turismo que recibe la capital asturiana durante la estación más calurosa del año es una de las principales razones por las que "debemos ampliar el horario de apertura; durante el año, cerramos a mediodía, pero en estos meses abrimos ininterrumpidamente", añade Suárez.

Por su parte, quien también se debe a los visitantes es Margarita Fernández, que regenta a media jornada una tienda de souvenirs próxima al Museo de Bellas Artes de Asturias. En su caso, "plantearse si compensa o no abrir en verano no tiene cabida: en invierno baja tanto el turismo -y con él, las ventas- que esta época hay que aprovecharla en su totalidad", argumenta.

En este sentido, quienes tampoco se plantean colgar el cartel de cerrado durante estos meses son los trabajadores de la Oficina de Turismo de Marques de Santa Cruz. "Recibimos muchas consultas sobre los monumentos del Prerrománico y atendemos a bastantes peregrinos del Camino de Santiago", apunta Romina Caballero, que atenderá al público hasta diciembre. Junto a ella, Elena Mediavilla reconoce que "trabajar en verano se lleva un poco mal, pero es la época en la que más aumenta el turismo".

La cara más amable de estar al pie del cañón estos meses la ponen el llanisco Julio Tomás "El Serranu" y el cubano José Antonio López "Cuba", que atienden "encantados" tras la barra de su cafetería en la Avenida de Galicia "a todos los turistas que se sientan a tomar algo en nuestras mesas". Así se postula, con la sonrisa bien abierta en agradecimiento, Julio Tomás "El Serranu", ya que "faenar cuando hay clientela se hace mil veces más llevadero y, a pesar de que en Oviedo no hay playa, tenemos mucha gente".

No obstante, atender al público en verano no siempre es sinónimo de aumentar los ingresos. "Estas semanas vendemos mucho menos, precisamente porque la gente está de vacaciones", constata el heladero Juan José Álvarez.

En cambio, el interés por continuar prestando atención al cliente local permanece intachable. "Abrir hay que abrir igual para los que sí se quedan en Oviedo", que no son pocos porque muchos carbayones solo escapan de la ciudad durante las horas de más luz y calor. "Normalmente, a partir de las seis o las siete de la tarde, la cosa se anima porque muchas familias que fueron a pasar el día a la playa regresan a la ciudad", explica este heladero.

Desde su puesto en el Campo San Francisco, Juan José Álvarez, como el resto de trabajadores estivales, representa a los muchos profesionales de distintos sectores que, llegados los meses de julio y agosto, deciden posponer su descanso para mantener a la ciudad abierta por vacaciones.