El primer dron marino español acaba de nacer y lo ha hecho en territorio asturiano, concretamente, a medio camino entre Ribadesella y Gijón, donde pasó la tarde de ayer surcando sus primeras olas en el Cantábrico, a la altura del puerto del Musel, antes de viajar el lunes a Tarragona, donde Argo -así lo han bautizado sus creadores, los gijoneses Armando Gallardo, Raúl Álvarez y Javier Labrada- continuará su andadura vital.

"Argo nace para realizar inspecciones en instalaciones portuarias, por ejemplo, para revisar pantanales o diques", explica Armando Gallardo, quien describe su creación como "un barco de superficie controlado como un dron aéreo y con un sistema electrónico muy similar". De hecho, la única diferencia con sus "primos", los vehículos aéreos no tripulados, es que "Argo va sobre agua y en la parte superior lleva una cámara para hacer fotografías", matiza Gallardo.

Los emprendedores Armando Gallardo y Raúl Álvarez, socios de la gijonesa Azisa, idearon este nuevo vehículo tras examinar la situación en el mercado y comprobar que "en España no vimos que se estuviera haciendo prácticamente nada similar y, en el extranjero, los modelos que están desarrollándose están encaminados a otros objetivos, como realizar estudios hidrográficos", una opción que no descartan también para Argo. "La plataforma del vehículo esta diseñada de tal forma que en el futuro podamos incorporarle sondas o escáneres para hacer topografía submarina", adelanta Raúl Álvarez.

Por el momento, la opción de diseñar y fabricar un dron marino, cuentan estos dos emprendedores de la industria naval, llegó a petición de "un cliente en Tarragona que solicitaba la inspección de un pantalán de más de un kilómetro y medio en el que no estaba permitida la circulación de drones aéreos". Tras "meses de duro trabajo, planificación, diseño, desarrollo, construcción y gestión de proveedores", Argo está ya casi listo para navegar en aguas mediterráneas. Con la información recabada por él pretenden digitalizar la estructura del pantalán y analizar su estado.

Con unas medidas de alrededor de metro y medio de eslora, apenas 90 centímetros de manga y un peso de algo más de treinta kilos, todo apunta a que este vehículo de superficie no tripulado será, sin embargo, muy grande. Y es que, de resultar exitoso su funcionamiento, "permitirá abaratar costes y aumentar la seguridad, ya que no será necesario mandar personas a bordo de lanchas para realizar determinadas inspecciones; además, hay sitios concretos a los que, por la poca altura de sus estructuras, sería prácticamente imposible acceder de otro modo", justifica Armando Gallardo. Su estructura, en forma de catamarán, es otro punto fuerte del vehículo, "pues le da mayor estabilidad", ante un posible movimiento de las aguas.

Recuerdo a las piraguas

"Argo" es mitad gijonés, mitad riosellano y, como no podría ser de otra manera, lleva consigo la esencia de las piraguas.

Se da la circunstancia de que los empresarios gijoneses dejaron la fabricación de los cascos, la carcasa superior donde queda envuelto el sistema electrónico, la pintura y el rotulado del vehículo al riosellano Maxi Cuesta, un empresario que, pese a su formación como protésico dental, lleva más de veinte años trabajando en el sector de la industria aeroespacial y de defensa. Y buena parte de sus conocimientos se los debe a "todo lo que aprendí trabajando con mi padre, que tenía una empresa de fabricación de piraguas: allí conocí cada material y sus procesos, y me familiaricé con la fibra de vidrio con la que fabricamos el dron".