"Ver ganar a los sobrinos préstame mucho, ho. Todo queda en casa. Que siga la saga". Palabra de Rafa Menéndez Braña, el Indurain de la cucaña de las fiestas de San Roque de Lastres. Él fue el primero de una saga de campeones, la de los "Chicaguinos" -y "agregaos"-, que aún sigue: familiares suyos han ganado las siete últimas ediciones de la singular prueba, que reúne en el puerto llastrín a cientos de personas. Él ganó ocho, o quizá más, pues perdió la cuenta. Fue en los años ochenta, la primera vez con 19 años (hoy tiene 55).

El "secreto" para salvar un eucalipto engrasado de 13 metros de longitud y coger el ramu de lloréu (laurel) amarrado al final del palo es "correr todo lo que se pueda, como un 'volador', y sin miedo. O te la pegas o lo coges", señaló Rafa Menéndez, que aprendió el "sistema" de un candasín apodado Lolo, que ganó antes que él. Sobrinos aparte, el campeonísimo de la cucaña llastrina tiene puestas sus esperanzas en su nieto Adrián Trelles, "Adri", de 9 años, que ya sueña con cumplir 16 (edad mínima exigida) para pasar la cucaña.

El martes, el más joven varón de los "Chicaguinos" seguía atentamente las carreras sobre la cucaña de sus primos (en realidad la prima es su madre, pero todos le dicen "primo"). Entre ellos, Santi Martínez, que fue finalmente el ganador y que sucedía así a sus primos Javi Fernández, que ganó en 2016; Sergio Covelo, que venció en 2013, 2014 y 2015, y Rubén Covelo, que se impuso en 2012.

¿Pero quiénes son estos "Chicaguinos", invencibles sobre la cucaña? "Stricto sensu" son los doce nietos de Fernando Menéndez Caravia, a quien apodaban "Chicago", dicen que por el nombre de la lancha de su padre. Pero también hay "agregaos": otros primos segundos, como el ganador de este año, que es nieto de un hermano de "Chicago", Faustino Menéndez Caravia, más conocido como "Tamborín". No es "chicaguín", pero como si lo fuera: el martes, toda la "primada" celebraba la victoria de Santi Martínez, pues, un año más, el ramu se quedaba "en casa".

Santi Martínez, socorrista de 21 años, aún rebosaba ayer ilusión por su primera victoria en la cucaña. No hay entrenamientos que valgan: "solo pasamos la cucaña el día de la fiesta. Ni entrenamos sobre palos engrasados, ni sobre raíles, ni nada", señaló el campeón, que destacó que quien le dio las "claves" para ganar fue su primo Sergio Covelo. Y, por cierto, Santi Martínez no se gastó al final los 200 euros del premio. Al final se lo pensó mejor: los destinará a pagar el abono del Real Oviedo.

Sergio Covelo, que tiene 22 años, vive en Motril (Granada) y trabaja en Salvamento Marítimo, es siempre uno de los más aplaudidos de cuantos participan en la cucaña de San Roque. Ganó tres veces, ha sido segundo y tercero, y el martes estuvo a punto de coger el ramu antes que su primo. Tampoco entrena y asegura que, más que genética, la "clave" es "echarle valor". Asegura que la mayoría de los participantes se tiran o se dejan caer al segundo paso, y solo unos pocos van con "verdadera intención" de llegar al ramu. "Alguno de esos gana", dijo.

Javi Fernández, vencedor el año pasado, cree que el "secreto" es "la ilusión... y las ganas". Bueno, y "correr como un pato", pues quienes corren "de lado", aunque tienen menos posibilidades de darse un trompazo, se desequilibran más facilmente. "Hay que correr mucho, con pasos muy largos y rápidos. Es más corazón y no tener miedo que otra cosa", añadió.