Son peculiares bólidos que alcanzan grandes velocidades a pesar de no tener motor. Sus pilotos aprovechan las empinadas rampas para deslizarse por los caminos y carreteras montaña abajo y competir por quien es el más rápido. Este característico deporte, poco conocido dentro de nuestras fronteras, aglutina a muchos aficionados que se juegan el tipo subidos a los artefactos que, muchos de ellos, han sido fabricados por ellos mismos. Se conoce como descenso de coches de inercia y su campeonato lleva a los participantes por todo el país compitiendo en diferentes descensos. Ayer, la localidad de Peón acogió, con motivo de la celebración de sus fiestas, el "II Descenso de inercia" en donde los más atrevidos debían completar los casi 1.900 metros del recorrido.

José Luis Foronda participó con un "kart" comprado y fabricado en Italia, "en donde este deporte tiene más tirón", explica. El piloto asegura que en este deporte lo importante es "frenar lo menos posible en las curvas para perder el mínimo tiempo posible". Y, por supuesto, llegar a la meta. La competición cuenta con diferentes categorías: algunos descienden subidos a monopatines y para frenar "tenemos que usar las manos y los pies", apunta Rubén de la Rosa. Otros prefieren lanzarse con pequeñas bicicletas preparadas o artefactos de tres o cuatro ruedas. A lo largo de la bajada, algunos de estos aparatos alcanzan los 90 kilómetros por hora.

"A lo largo del año se organizan aproximadamente seis o siete carreras en cada provincia", señala Jorge Lalaguna. En cada prueba se celebran "dos bajadas de entrenamientos y dos oficiales y se coge el mejor tiempo". La igualdad y la rivalidad se nota en cada bajada. Los más valientes se la juegan para ganar unos segundos al cronómetro. Aunque es un deporte minoritario, Lalaguna desvela que "se conoce más en Galicia, Cantabria y País Vasco, de donde vienen algunos participantes, pero por desgracia la crisis ha afectado mucho y a día de hoy no hay fondos para organizar las carreras". Al ser un deporte poco reconocido, "estamos entre amigos y nos conocemos todos", concluye Lalaguna.