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Una ruta entre pegollos escogidos

La Asociación de Amigos de los Hórreos Asturianos inicia en Ponga y Villaviciosa un proyecto de divulgación del patrimonio

Participantes en la primera ruta para conocer hórreos singulares de Asturias.

Los hórreos y las paneras de Asturias tienen desde hace algunos años un grupo de “Amigos” que vela por sus pegollos. Una forma cariñosa de decir que hay un grupo bien organizado de admiradores de la construcción más tradicional de la región que están dispuestos a montar rutas y cualquier proyecto que incida en la divulgación y el conocimiento de los hórreos y las paneras.

Esa divulgación, como forma de lucha pacífica contra la desaparición de un patrimonio distintivo como pocos en la región, acaba de inaugurar una nueva senda. La de las rutas guiadas por Asturias para conocer “algunos de esos ejemplares que son muy interesantes”, cuenta Fernando Mora Rodríguez, arqueólogo de la Asociación y quien hizo de documentado guía para la veintena de participantes en la primera salida de la entidad.

Fernando Mora, en el centro, cuenta a los participantes en la ruta algunas singularidades de la «plaza» de hórreos y paneras de Sietes (Villaviciosa). |

Esa ruta abierta a socios y a interesados en general puso rumbo, a primera hora del domingo, hacia Viego (Ponga) para admirar esas singularidades que dentro del patrimonio asturiano constituyen los hórreos beyuscos. Irene Muñiz, geógrafa y miembro de la Asociación de Amigos, fue la encargada de elaborarla y la que aportó el conocimiento del paisaje y el paisanaje. Fernando Mora puso el dominio de las construcciones.

Un hórreo beyusco en Viego (Ponga).

«Los hórreos beyuscos tienen una tipología constructiva más arcaica que los del resto de la región aunque su datación no llega a ser tan antigua. O eso creemos. Pero esa forma típica de tejado a dos aguas, más pequeños y austeros le hacen parecerse mucho a otros graneros típicos de montaña», cuenta Mora. Lo bueno de ir con viaje planificado es que se ponen a tiro unas construcciones «que son más difíciles de ver si no es yendo a tiro fijo».

En Viego (Ponga), los participantes en la ruta observan otro hórreo beyusco. |

Una comida entre «amigos» dio paso, luego, a una caminata comentada por Sietes (Villaviciosa), el pueblo que mantiene «uno de los mejores conjuntos de hórreos que se pueden ver. Porque a veces la grandeza no está en que sea una gran panera tallada o decorada, o que sea de un siglo u otro. En Sietes lo bonito es ver cómo estas construcciones vertebran un territorio y no a la manera tradicional, vinculados a una casa de aldea y en solitario, sino apiñadas en torno a una plaza y sus casas», expuso Mora. Por si la ración de patrimonio no fuera bastante, para el final se dejó la visita al hórreo de Muslera, también en Villaviciosa, de finales del XV y principios del XVI, «una joya con sus maravillosas tallas en el liño, en alguna colondra y en la puerta». Y todos quedaron con ganas de más, porque la ruta fue la primera, pero ya está claro que tendrá que tener continuidad, aunque aún no se hayan fijado fechas.

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