Color. Mucho color. Mucha vitalidad. Imaginación. Sorpresa. Mucha alegría. Alguna vez, también tristeza. Un poco, aún, de inocencia. Energía. Calma y asombro. Imaginación y una gran capacidad para transformar en amable, bello y cálido cualquier material que llegue a sus manos, son algunas de las sensaciones que produce la obra de Javier Ruíz-Cuevas Montes, un artesano gijonés, experto en pintura sobre madera empleando materiales reciclados para objetos de decoración, que desde hace unos seis año firma sus trabajos como «Cachupín».

Y es que, lo que unos tiran, él lo recoge, lo revitaliza y le imprime su sello: viejas contraventanas, maderas de desguace, chatarra, cualquier cosa vale para dejar actuar su creatividad. Uno de sus trabajos más conocidos son su personalísima versión de las Meninas de Velázquez, pero también suscita simpatía un curioso y colorido vecindario de seres que, viviendo en su imaginación, cobran presencia y protagonismo sobre un trozo de madera. Son los suyos personajes de gesto amable, mirada tranquila y sonrisa cordial. Casi como sus paisajes, amplios y abiertos. Casi infinitos. Llenos de flores que pueden ser, o no, amapolas. Sírvase usted mismo.

Javier Ruíz-Cuevas es un gran aficionado a la montaña y ha realizado numerosas excursiones por Asturias. La que recomienda, siendo muy conocida por los aficionados al senderismo, no por ello deja de ser menos bella. Y aún más en estos días en que la nieve juega a irse y quedarse en el paisaje.

Conocida también como la ruta de los puentes, la PR-61, del desfiladero de Los Arrudos y que parte de la localidad casina de Caleao, costa de unos 22 kilómetros para quien la hace completa, finalizando en La Infiesta. La calificación del Principado es de dificultad media-alta. Por este motivo, buena parte de los senderistas hacen sólo una parte, siendo sencillo el comienzo pues la primera parte discurre por un camino de tierra y de hormigón, hasta el inicio del desfiladero, momento en que se hace más estrecho con un tramo ascendente formado por grandes piedras en forma de escalera natural. A destacar que la ruta está bien señalizada. Muchos la finalizan en La Fontona, a poco más de 1.000 metros, para regresar luego por el mismo trayecto. Es, sin duda una ruta con una belleza paisajística espectacular. Casi abrumadora con la nieve y el río apareciendo y desapareciendo a uno y otro lado, y un deshielo que empieza a descubrir los primeros colores de una primavera que ya quiere llegar. Si el tiempo empeora los próximos días apuntar esta ruta para disfrutarla con mayor tranquilidad en otro momento climatológico más afortunado, sin posibles placas de hielo y un buen sol en los tejados.