Carolina Herrera arrasa en Nueva York con una colección de vestidos de novia inspirada en la estética tradicional de las mujeres mexicanas y venezolanas. La diseñadora asegura que la base de un traje nupcial es una maravillosa tela.

Lo segundo más importante es procurar que los adornos sean auténticos y, a poder ser, realizados a mano, como los bordados con hilo de seda sobre la propia tela, o con cintas incrustadas, lazos y aplicaciones, siempre tratando de no recargar el vestido, porque éste dejaría su exclusividad y elegancia, arruinándolo por completo.

La venezolana considera que tan sólo un detalle en la ropa, que sea distinto y extravagante, es suficiente para que el resto luzca más. Su moda se basa en realzar la belleza de la novia al máximo tratando de ocultar lo menos agraciado. En su colección utiliza pedrería, corsés con pespuntes y fruncidos.