El otoño llega este año esplenderoso a Asturias y su naturaleza, generosa y verde, se entrega otra vez a quien la camina. Eso se siente cuando, tras una mañana lluviosa y de empecinada niebla, el sol se abre paso entre las nubes haciendo brillar las minúsculas gotas que hacen visibles, entre las ramas de los arbustos, las antes imperceptibles telarañas. Octubre de ríos y de bosques; de bramidos de venados y de buscadores de setas. Octubre, también, de miel recolectada y de polen y propóleo, productos elaborados por artesanas abejas como las que, en San Antolín de Cornellana, tiene la apicultora Olga Suárez Suárez, mujer que desde hace unos 20 años cuida con mimo y dedicación de sus colmenas.

Habitual en los mercados que tienen lugar en Asturias, y presente cada domingo en el de Grado, Olga Suárez es una veterana productora de diversos tipos de miel, siendo las favoritas de su público las de brezo y también la de castaño-eucalipto, además de la tradicional multiflora. También están sobre su mostrador otros productos muy demandados en los últimos años como son el polen, la jalea real y el propóleo.

Bajo el nombre de «San Antolín», sus abejas dejan constancia de su buen hacer presentando una miel tentadora en sus gruesos frascos de vidrio, y firme y generosa en su sabor. Dulce si, pero no toda igual; alguna con más vigor, otra más delicada; miel para dejarla caer sobre un buen trozo de pan de centeno en una tarde fría de lluvia sin que falte el chocolate caliente, o para dibujar círculos en la superficie de un buen requesón asturiano, listo ya todo para que lo disfrute el paladar.

Ahora bien, antes o después de gozar con la gastronomía local, hay que caminar. Por eso esta apicultora recomienda realizar uno de los tramos de la conocida «ruta del salmón», en concreto comenzando en La Rodriga (Cornellana) y finalizando en Láneo, dentro del concejo de Salas. aunque la ruta sigue hasta Barcena, destino final de quienes la realizan completa.

Tras cruzar el Narcea por el puente de Cornellana y disfrutar de un tranquilo paseo a orilla del Nonaya, se llega al monasterio románico de San Salvador, cita de paso obligado para quienes peregrinan a Santiago de Compostela. Tras visitarlo se retoma el camino hacia Rondero donde hay que abandonar el camino principal para cruzar entre los cultivos de la vega. Luego, en la aldea de Carbajal se toma el camino de la izquierda hasta el caserío de La Pesquera donde, de nuevo junto al río Narcea, comienza una pequeña ascensión para llegar a Láneo, un pueblo antaño productor de tabaco donde hoy los campos sembrados de maiz, fabas o patatas se mezclan con casas solariegas, horreos y paneras en una comunión de perfecta asturianía.