Extravagante, surrealista, genial y divertido es el museo Dalí en Figueras. Ubicado en el edificio del antiguo teatro municipal de la ciudad gerundense, merece la pena dedicar dos, tres y hasta cuatro horas recorriendo sus dependencias y dejándose sorprender por cada una de las piezas en él expuestas. Este centro cultural fascina porque es todo menos convencional. Refleja la personalidad del artista ampurdanés: excéntrico por encima de todo.

Cuadros, esculturas, muebles, joyas, juegos, ilusiones ópticas y todo tipo de objetos y elementos insólitos provocan en unos visitantes admiración, en otros risa y en casi todos asombro. Y no es para menos.

Es difícil destacar una, dos o tres piezas de entre las miles expuestas, pero hay una que por su armonía, ternura y belleza requiere una atención especial. Se trata de la proyección de «Destino», un corto de seis minutos que suma la estética surrealista de Dalí y la dulce fantasía de Walt Disney. Esta pieza de animación nació en 1946 cuando el creador de la factoría cinematográfica encargó al artista de Cadaqués un cortometraje basado en la canción del mismo título del compositor Armando Domínguez. Pero este proyecto, del que sólo se rodaron unos segundo de prueba, no llegó a ver la luz hasta que en el año 2003, recuperando los bocetos realizados por Dalí, un sobrino del propio Disney (Roy Disney) retomó la iniciativa en colaboración con el productor Baker Bloodworth.

Y el resultado es, como alguien lo ha definido, un poema amoroso audiovisual pleno de fantasía e imaginación daliniana y donde existen constantes referencias a las obras del artista. El corto narra la historia de amor entre una bailarina -cuyo rostro se dice que presenta ciertas semejanzas al de Gala, la mujer de Dalí- y un jugador de béisbol. Ambos se mueven en un mundo onírico que da especial importancia a la evolución del tiempo y al destino que depara la vida. Y a la belleza de las imágenes se suma la de la música, cálida, romántica y envolvente que enriquece aún mas la narración.