Uno de estos días atrás me dormí leyendo «La Nena del Leopoldo», de Arturo San Agustín. Que me haya dormido con el libro no significa que no resulte ameno o interesante, sino que la hora y el cansancio me arrastraron de cabeza al sueño. Editado en 2009 por El Aleph, trata de Barcelona, Rosa Gil, Casa Leopoldo y la bohemia artística y literaria que ha frecuentado y frecuenta el popular restaurante del Raval. Rosa Gil es la Nena del Leopoldo, hilo conductor de esta crónica sentimental y una mujer «cargada de encanto y munición que llama a las cosas por su nombre», según palabras del propio autor.
Arturo San Agustín, periodista, es amigo de Joan Manuel Serrat, uno de los asiduos de Casa Leopoldo y protagonista también de su ultimo libro, Sapore di sale (Península), un descubrimiento personal del Mediterráneo a propósito de una estancia en Cinque Terre, cinco pequeñas y hermosas localidades de la provincia de La Spezia (Liguria).
Por las páginas de La Nena del Leopoldo y de la mano de sus propietaria desfilan cantantes, toreros, escritores, políticos, empresarios y demás. Y, por supuesto, Manuel Vázquez Montalbán, el clásico que más ha contribuido a divulgar el nombre del restaurante por medio de su personaje más popular, Pepe Carvalho. De hecho, algunos de los que entran por primera vez a comer dicen que vienen en nombre del detective antes de decidirse por éste u otro plato. En Casa Leopoldo, ochenta años de historia nos contemplan, se comen estupendos calamares a la romana, rabo de buey, cap i pota, pulpitos, buenas longanizas del Pallars, butifarra esparracada con espuma de patatas y setas; pescados en su punto, fritos o con salsa verde, albóndigas con sepia y tortilllas de chanquetes. No es habitual pegar menos de 40 euros por persona, pero también hay un menú de fonda que se sirve durante los días laborables a 25 euros.
Por el comedor azulejado pasan famosos y famosetes, y está, claro, con su presencia impagable, la Nena, aficionada al bolero y los fados, viuda de torero, conversadora brillante y alma del Raval.
