Noreña,

Lucas BLANCO

Qué mejor manera de combatir el frío y el mal tiempo, propios del mes de febrero, que metiéndose entre pecho y espalda los sabrosos derivados del cerdo. Su carne -que en algunos lugares es idolatrada y en otros prohibida- conjuga un excelente sabor, incansablemente alabado por los mejores paladares, y la aportación de unas calorías que hacen más llevaderas las bajas temperaturas.

Es quizás esta mezcla perfecta la que hace tiempos inmemorables pudo provocar, según varios expertos en la materia, que los platos con cerdo se convirtieran en el acompañante perfecto para unas fiestas de Carnaval que incitaban a los excesos, en este caso alimenticios, previos a la celebración de la Cuaresma. Buenos conocedores de esta tradición son en Noreña, capital chacinera de Asturias, que ve cómo su actividad industrial, comercial y hostelera se dispara durante estas fechas.

No hay más que visitar una de las múltiples industrias cárnicas de la localidad para darse cuenta que en el mes de febrero sus empleados tienen poca tregua a la hora de desempeñar sus labores. Es el caso de Cárnicas Delclós, instalada en la villa desde hace cuarenta años y que ve cómo con la llegada del Carnaval, la panceta, su producto estrella, se les va de las manos. «Durante el invierno vendemos una media de 10.000 kilos de panceta por mes», señala el gerente de la empresa, Luis Delclós, mientras sala centenares de piezas extraídas de cerdos de raza duroc, preciados por su textura jugosa y sabor cautivador.

Esta fiebre por la panceta coincide también con el aumento de ventas de otros productos como los rabos, uñas, costillas, lacones o cabeceras de cerdo, muy recurrente a la hora de elaborar el pote o los guisos. «La cabecera es la que da sustancia y cuerpo a las salsas de los potes y caldos», declara Marco Antonio Casas, regente de la Carnicería Marco de la Villa Condal y que se dice afortunado por formar parte de un negocio que resiste la crisis. «Hemos notado menos que otros sectores el declive económico, pese a la subida de precios», declara Casas, que explica el incremento de las facturas de la carnicería en la creciente demanda exterior. «Los chinos han descubierto la riqueza del cerdo y están llevándose productos como los callos en grandes cantidades», apunta.

Tampoco son ajenos a este interés por el cerdo en los locales hostelería. Claro ejemplo de ello son los restaurantes La Tená y La Cuadra de Alfredo, que durante los fines de semana de este mes y el que viene celebran una jornadas de la matanza con un menú de lo más recurrente, tras el éxito de la experiencia pionera de 2011.

Son 30 euros por 21 platos basados en el cerdo, que van desde los callos hasta el hígado encebollado, pasando por el producto estrella, el pote asturiano, y terminando con los mejores postres tradicionales. Todo ello bañado con un vino de Ribera del Duero.

La cocinera de ambos locales, Sabina Álvarez, que cuenta con 50 años de experiencia entre fogones, tiene clara la recomendación para estas fechas: los rabinos de gochín estofados. A su entender es este guiso -hecho a base de cebolla, ajo, pimiento verde y rojo, cinco tipos de pimienta y, obviamente, los rabos de cerdo- la joya de la corona de los platos de esta época y garantiza que «quien lo pruebe descubrirá el porqué del dicho de que del cerdo se comen hasta los andares».