Cuando en 1997 ocho pequeños agricultores de Cangas del Narcea, que conservaban viñas de sus ancestros, se reunieron para intentar salvar lo poco que quedaba de la tradición vitivinícola canguesa, no imaginaron lo que quince años después ha llegado a significar este producto para la comarca suroccidental. Aparte de convertirse en una industria y de dar nombre al concejo, los vinos cangueses se han elevado por encima de todos los prejuicios y se han convertido en uno de los orgullos sociales más importantes de todo el Suroccidente.

Aquellas ocho personas se juntaron, creando la Asociación de Productores y Elaboradores del Vino de Cangas (Aprovican), y comenzaron a organizar cursos y jornadas de formación así como un censo de viñedos para incluirlos en el Registro vitícola comunitario. De ese esfuerzo surgió, en el año 2001, la denominación Vino de la tierra de Cangas, y en el 2002 se constituyó el primer consejo regulador del producto.

Actualmente, el vino de Cangas está considerado en la categoría de Vinos de Calidad Producidos en Regiones Determinadas y está a la espera de que se le conceda la tan ansiada denominación de origen, algo que no tardará en pasar pues todo el trámite burocrático está completado y sólo resta la certificación final de la Unión Europea.

Esta transformación, el paso de tratar de salvar los pocos viñedos existentes a estar a las puertas de convertirse en denominación de origen, se explica a través de los números: en los últimos 15 años la superficie total del viñedo se ha ampliado en unas 8 hectáreas y se han reestructurado, aproximadamente, unas 20 hectáreas de viñedo, unas parcelas han sido replantadas y otras se han reinjertado, conservando la planta vieja pero modificando la variedad. No se sabe cuanta producción de vino había en el año 1997, pero se estima que bastante menos que los 40.311 litros que se produjeron en el año 2002, primera vez que se hizo el recuento desde el consejo regulador. En el año 2011 la cantidad de vino acogido a este consejo regulador fue de 84.693 litros, más de el doble que en el 2002.

El vino que se produce en Cangas, tanto el acogido al órgano regulador como el que se considera vino de mesa, ha llegado a países como México, Japón, EE UU, China o Puerto Rico, y sus bodegas han obtenido más de una decena de premios, tanto nacionales como internacionales. Sin embargo, sigue existiendo, sobre todo en Asturias, una barrera psicológica que impide que se reconozca el valor y la calidad de estos vinos. Los caldos cangueses arrastran la mala fama de antaño; hay quien opina que se ganó a pulso esa fama, durante el siglo XX, pero lo cierto es que nada tienen que ver aquellos vinos con los actuales, y eso es algo en lo que concuerdan todos los expertos.

David Seijas es uno de los mejores catadores de vino de España. Ganó el premio «Nariz de oro» en el año 2006 y trabajó como sumiller en el restaurante El Bulli, de Ferrán Adriá. Cada año publica un libro con sus vinos favoritos y en la edición de esta temporada, titulada «113 vinos para el 2013», ha incluido un vino hecho en Cangas. «Ya es norma ver vinos de Cangas comentados y recomendados por expertos, sobre todo por los más inquietos y descubridores. Cada año tienen una calidad mejor, porque cada año los viticultores conocen mejor su tierra y su tiempo».

Seijas cree que el producto cangués tiene su hueco en el mercado: «Es un vino que apetece beber, muy amigo de la gastronomía. No defrauda a quienes buscan autenticidad».

El que fuera sumiller de El Bulli tiene su favorito: «La Descarga, de Bodegas Obanca, describe muy bien al pueblo y sus fiestas, conjuga todo en un gran producto». La Descarga no pertenece al sello Calidad de Cangas; se considera vino de mesa.

Luis Vicente Elías es un riojano que ha recorrido España y medio mundo, debido a sus trabajos sobre la etnografía y la sociología del vino. Es el autor del «Atlas del vino de España». Para Elías, la diferencia entre bodegas ya se está empezando a notar: «Creo que hay algunas bodegas que se están separando de las demás en calidad. Hay una singularidad que nos atrae a los que estamos cansados de esos vinos todos iguales, que queremos pequeños productos tan originales como el de Cangas, con unas variedades autóctonas muy sorprendentes».

Elías señala su vino preferido: «Siempre digo el mismo, pero es que me encanta: el Castro de Limés, de Bodegas Obanca. Me parece el mejor y lo defiendo en todos los foros. Ese carrasquín es la mejor muestra del gran, gran trabajo que se está haciendo en esa bodega». Este vino tampoco está evaluado por el consejo regulador y es un vino de mesa.

Ceferino Cimadevilla, presidente de la Asociación Asturiana de Someliers y vicepresidente de la nacional, explica: «No cabe ninguna duda del salto cualitativo que han dado estos vinos. La media, ahora mismo, es de notable. La gente que no los conoce tiene un criterio distorsionado de ellos y se puede decir que, dentro del panorama español, son los que más han mejorado en los últimos años. Estos tintos atlánticos, de buena acidez, además, están muy bien considerados por el mercado ahora mismo, dentro de una tendencia que cada vez los reclama más». En su opinión, el mejor vino de Cangas es el albarín tinto y el carrasquín que hacen en Bodegas Monasterio. Respetando a todos, creo que es una maravilla».

Maxi Rodríguez, sumiller colaborador en las páginas de LA NUEVA ESPAÑA, sostiene: «El vino de Cangas es para defenderlo con la cabeza muy alta, con toda garantía y estar orgullosos. Lo recomiendo y nadie se ha sentido defraudado, cuando antes me daba vergüenza. Yo prefiero el blanco al tinto, y creo que el mercado también. La tendencia a los vinos atlánticos le vendrá muy bien. Y, por cierto, creo que se beneficiará del cambio climático».

Para Maxi Rodríguez, el favorito es Güiza 2010 en barrica, de Bodegas Monasterio. «Es un albarín blanco perfecto para acompañar con garbanzos con bacalao y algas. En un señor vino».

Las bodegas canguesas se encuentran en plena efervescencia, ocupándose de hacer vinos con las uvas vendimiadas hace apenas un mes. Este año, en el que la cosecha presentó una calidad excepcional, pero una cantidad un poco inferior a la de años anteriores, se pretende poner en el mercado 19.293 litros de blanco y 51.479 de tinto.

Ceferino Cimadevilla

Luis Vicente Elías

David Seijas

Maxi Rodríguez