En Villaviciosa, capital manzanera de España, se aprovecha al máximo el fruto de las pumaradas. Muchos de los pequeños productores, que plantan los árboles para autoabastecimiento, aprovechan las manzanas para cocinar dulce y mermelada casera, cuando es año de cosecha poco abundante y no da para elaborar sidra. El otoño es propio de estas delicias caseras así como de castañas, que tan sabrosas están con sidra dulce o del duernu, recién mayada.

Los maliayeses Marta García y Mundo García son grandes expertos en la elaboración de dulces y mermeladas. Se proveen, principalmente, de los frutos que ellos mismos cultivan. La mujer señala que «para ser año de no cosecha, hubo bastante, aunque fue más pequeña». Todos los años cocinan dulce y mermelada de manzana. Aseguran que la clave del primero está en utilizar la materia prima «un poco verde» porque así consiguen que «quede más duro, sea más consistente y tenga mejor sabor».

La receta que utilizan requiere lavar la fruta previamente y retirarle el corazón. Sin pelarla, se trocea y se deja cocer hasta que se deshace. El siguiente paso consiste en triturar la manzana evitando que quede el pellejo. Una vez listo, se le añade el azúcar en una proporción de dos kilos por tres de fruta. Se vuelve a cocer todo junto alrededor de media hora. Sólo queda distribuirlo en los recipientes y dejarlo enfriar. Marta García explica que tiene como truco meter en el congelador el dulce que no vaya a consumir en el corto plazo. Agrega que el proceso de la mermelada es similar, aunque debe de quedar más blanda que el dulce, por lo que se añade más cantidad de agua. Las proporciones son medio kilo de azúcar por uno de fruta.

A esta pareja maliayesa le gusta experimentar en la cocina, por lo que se han atrevido a utilizar una gran variedad de frutas para elaborar dulces y mermeladas. Uno de los más llamativos es el de saúco. Marta García apunta que se animó a probar por las numerosas propiedades que se le atribuyen a esta planta para combatir la fiebre, el dolor de garganta o los catarros, así como otras enfermedades. Pero también han hecho dulce de membrillo, de membrillo con nueces y mermeladas de mora, ciruelas, feijoa, pimientos rojos, tomate o calabacín. El que aún se les resiste es el de caqui.

El otoño también es temporada de castañas. Lo sabe bien Mercedes Costales, una de las mujeres más veteranas que cada miércoles de mercado vende los productos de su huerta en la plaza cubierta de Villaviciosa. Asegura que la cosecha de castañas de este año es «regular, como las nueces, unos árboles tienen y otros no dieron nada». Lo que sí destaca esta vecina de Peón es que «están más sanas, no están cocosas».

Costales explica que la crisis repercute considerablemente en las ventas en el mercado de abastos. Aunque ella insiste que más que por negocio acude a su cita semanal para «distraerse», pues resalta que «hay días que no sacas para lo que gastas». Concluye que el kilo de castaña este año cuesta entre dos y tres euros.