Lluvia, viento, frío, nieve. Nada de todo ello puede con los amantes de la buena mesa, de las festividades gastronómicas que en invierno en Asturias se multiplican, y todavía más cuando es tiempo de matanza, de pote, de carne y de guisos con contundencia, de los que precisan pan con apellidos y un chatín de buen tinto. Todo sea por premiar al cuerpo y al espíritu con una buena comida casera tras hacer una ruta por esta Asturias inabarcable. Hoy el concejo de Ponga, abrumadoramente bello se mire desde y por donde se mire, vuelve a protagonizar este espacio con sus bosques, montañas, ríos, praderías, valles, carreteras estrechas flanqueadas por árboles centenarios, y pueblos diseminados donde huele, ya de lejos, a leña quemada, que en forma de humo sale por sus chimeneas.

Uno de esos pueblos, ubicado al fondo de un estrecho valle que forma el río Ponga, es Sobrefoz, que dista unos cuatro kilómetros de la capital del concejo, San Juan de Beleño. Allí, rodeado de picos tan impresionantes como el Tiatordos, Maciédome o Ten, entre sus casas y sus hórreos, se encuentra uno de los bares más señeros del concejo: Casa Benigna, a cargo de cuyos fogones está, en los últimos cinco años, Ana Belén Calvelo Villacorta, quien ha retomado el importante legado de hacer la cocina asturiana de siempre gracias a las buenas lecciones recibidas de una guisandera de las que quedan pocas: Benigna Corral Mones, ya jubilada, pero que sin embargo sigue acudiendo cada día a este chigre encantador, a charlar con Ana y con su marido, al tiempo su sobrino, Ramiro Corral González. «38 años estuve aquí cocinando. Cuando empecé no sabía nada, pero ¡qué remedio me quedó que aprender! Al principio también teníamos tienda; vendíamos desde un jamón a unes zapatilles o unas alpargates», recuerda Benigna.

Hoy Ana Belén Calvelo ha recogido con maestría el testigo de Benigna y prepara como nadie, entre otros platos, el cabrito, el pote asturiano, la fabada, el jabalí, los escalopines de venado, la sopa de hígado, la fabada y su famosa copa de queso de Beyos. A partir de este fin de semana durante todo el mes de diciembre ofrecen un menú espectacular con el que seguro que nadie queda con hambre. Si piden «el menú del San Martín» sepan que consta de morcilla fresca, sopa de hígado, pote de berzas (donde no faltan el chorizo, la morcilla, la panceta, oreja y costilla), cebollas rellenas de picadillo, callos caseros y lomo de cerdo con patatines y picadillo. En cuanto a postres, hay un poco de todo. No faltan la bebida, el pan ni el chupito. En cuanto al café, eso sí, «ye de pota», como nos recuerda Ana. Con una capacidad para 45 personas, es conveniente llamar para reservar. Durante el invierno cierran los lunes.