El vino que os recomiendo esta semana tiene tanto de fama como de excelencia. Fama no tanto por el significado del nombre como por la denominación. Un gran Jumilla. Este Crápula de 2009 posee todo lo bueno de una elaboración de talla: viñas viejas especialmente seleccionadas, largas maceraciones seguidas de también largas fermentaciones, con contacto del hollejo con el vino y, fundamentalmente, esos matices inconfundibles de los Jumilla. Con el añadido de la elegancia de «la reina de la zona»: la monastrell. Elegancia y sutileza. Este es el maravilloso invento de Gabriel Martínez Valero y dos amigos enólogos que lo que querían era elaborar, un verbo divino cuando hablamos de vino.

Martínez Valero seleccionó viñedos viejos de monastrell, de 60 años de media nada menos, y de gran porte. El autor deja claro y confeso que quiere primar la calidad por encima de todo. Este Crápula 2009 está excelentemente considerado por la crítica tanto nacional como internacional. Es decir, su recorrido no termina.

Aunque, evidentemente, no es un vino ecológico la filosofía del bodeguero es la de que sea un vino natural en el que se potencie el terruño en su máxima expresión. De color oscuro y denso, es carnoso y amplio. La literatura de este Crápula hace honor a la satisfacción de disfrutarlo.