Esta es la historia de un viñedo localizado en Baños de Ebro, en plena Rioja alavesa, trabajado bajo los preceptos de agricultura ecológica, aunque no esté certificado como tal para evitar los tediosos tejemanejes burócratas. Se trata de un viñedo que contiene una pequeña parcela cubierta de viñas cultivadas, en el tradicional vaso, de las variedades tempranillo y graciano, parcela llamada «Las Escaleras» pero conocida por el sobrenombre de «finca de los Locos».

En esta finca se elabora un vino en honor de uno de los abuelos de Kike y Arturo, propietarios de la pequeña y coqueta bodega Artuke. En el año 1950 compró un terreno en barbecho. Debido a la mentalidad productiva del momento, hizo que la mayoría de vecinos del pueblo lo tacharan de loco, ya que había gastado sus ahorros en la compra de una finca de suelo muy pobre, localizada en una zona alta en la que en aquellos momentos nadie cultivaba viñedo. Por esta razón, y después de años comprobando la personalidad que aporta su suelo, clima y altitud a la calidad de las uvas y del posterior vino, los hermanos viticultores Arturo y Kike de Miguel Blanco decidieron elaborar el Artuke «Finca de los Locos».

La prestigiosa Guía Peñín otorgó 95 de 100 puntos a la versión 2010, y no es para menos, porque estamos ante un personalísimo vino del que solo salen unas 7.000 botellas, con 14 meses de crianza en barrica. He de confesar que ese 2010 no tuve la suerte de probarlo, pero no he dejado escapar la ocasión una vez que me he topado con este 2011 que les estoy narrando. Goloso, radiante, sutil y sedoso como una nube de algodón de las que tomábamos de guajes por San Mateo.

Asusta en el primer sorbo la potencia tánica y astringente que se muestra al descorchar, pero igual que viene se va, apareciendo la clásica elegancia y el bienestar que transmiten los grandes vinos a los empedernidos bebedores de este zumo divino.

Evidentemente, los locos son ellos.