En Metepec, que está en México, sirvieron 9.450 tacos en septiembre de 2014. Era el Festival Gastronómico "Las Tlacualeras", un fiestón. Pero la Comida en la Calle de Avilés será todavía mayor: 14.467 personas ya han manifestado su intención de comer por los rincones del casco histórico avilesino, que una celebración no siempre cumple veinticinco años y se siente tan joven.

"Siempre me pareció una historia guapa y por eso desde que abrimos no faltamos", apunta Carlos García, que regenta el Cafetón, en el cogollo más tradicional de la villa. "Hemos reservado 266 plazas", apunta. Los inspectores del "Libro Guinness de los Récords" recorrerán la ciudad en torno a las 14.45 horas. Entonces todos tienen que estar sentados, con el trozo de empanada en la boca y el culín de sidra dispuesto a morir en la garganta. En Avilés más que de tacos, son de tortilla española. Los de Metepec tienen las horas contadas.

La primera Comida en la Calle se celebró en 1993, por obra y gracia de la actual alcaldesa de Avilés, Mariví Monteserín -ya entonces, hace un cuarto de siglo, en el gobierno municipal, al frente de festejos-. La empanada, los filetes empanados, el fiambre, comenzaron a dar vida a una jornada que, de secular, había cogido entonces mucho polvo. Las fiestas del Bollo se celebran sólo durante dos días, el segundo es el Lunes de Pascua, en el que este año se quiere superar el récord mundial; en el primero, el domingo, se reparte el bollo mantecado, se descubren las carrozas, se escucha el pregón (este año, de Olga Mesa) y se recorren las calles con niños enfundados en trajes asturianos. El lunes se repite por la tarde el desfile. Hasta hace un cuarto de siglo la mañana quedaba ausente. Ahí fue donde comenzó la manía de salir a la calle a comer, a bailar, a reír y a beber. Y la fiesta se hizo tan grande que aparecieron banquetes animados por todas las esquinas de la comarca. Y así, los Lunes de Pascua en Avilés son festivos oficialmente y son festivos en cada casa. El corazón avilesino palpita más fuerte si se deja alimentar con harina, manteca, huevo y azúcar, los ingredientes básicos de un bollo como una estrella.

"La única manera de conservar la salud es comer lo que no quieres, beber lo que no te gusta, y hacer lo que preferirías no hacer", advirtió en su momento Mark Twain, que fue un señor que comió, bebió y vivió como nadie. Nunca se presentó en la Comida en la Calle, pero sólo por el inconveniente de que cuando él vivía no se vivían los Lunes de Pascua mundiales. Cinco inspectores del "Libro Guinness de los Récords" deberán certificar lo señalado por una historia enorme.

Pero no todos van a comer en torno a los tableros que distribuirá el Ayuntamiento de Avilés en la noche del próximo domingo. El parque de Ferrera es otro de los escenarios de la celebración. Ahí el menú se degrada: de las empanadas y tortillas de pasa a los bocadillos y de ahí a los culinos de sidra. Uno, muchos más. Lo previó Garcilaso en su momento, que de prados sabía más que nadie: "Saliendo de las ondas encendido, /rayaba de los montes el altura /el sol, cuando Salicio, recostado / al pie de un alta haya en la verdura, / por donde un agua clara con sonido / atravesaba el fresco y verde prado".

Quince mil comensales -más o menos- tienen previsto salir en volandas. Se anuncia buen tiempo, que es el elemento fundamental para el triunfo. Los fartones de Avilés que, a lo que se ve, los hay a miles no se pierden un jolgorio de una jornada perdida y mundial en la que habrá también asturianadas y algo de paz para ver xanas y xaninas de verdad. Tiembla Metepec.